U N O

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La fecha más terrorífica del año se hacía presente: Halloween. Para esto se llevaba a cabo el festival de terror en una media ubicada en Tokyo.

Los maestros se encargaban de coordinar todos los detalles de la decoración en el salón de eventos y los alumnos corrían detrás de sus encargados para poner los últimos toques a sus respectivas actividades encomendadas. El número inicial del programa era el concurso de disfraces y para esto un grupo en especial se encontraba por bajar a colocar los últimos detalles en su maquillaje y vestuario, todos excepto dos jóvenes particulares: Takanori Matsumoto y Akira Suzuki.

—¡Te advertí que primero colocaras tu disfraz! Si te maquillas primero terminarás arruinando mi obra de arte.

—Es sólo la parte de arriba, tiene un hueco grande. No creo que se corra el maquillaje.

Takanori, un muchacho de baja estatura con carácter explosivo, vestía con orgullo si traje rojo con gran sombrero de copa al juego del tono con el resto de su ropa y en la cara mostraba colores vivos e intensos para resaltar los detalles que le daban atractivo a su conjunto. Él era un apasionado de la moda, del maquillaje; del estilo y verse bien según sus estándares. Y, por otro lado, estaba Akira; le gustaba verse bien, siempre vestía decentemente. Pero necesitaba la ayuda de su amigo Takanori para desarrollar su maquillaje como estaba planteado en su abstracta mente y eso se logró a la perfección, sin embargo, no todo podía ser perfecto y Suzuki encontró la manera de fastidiar a su compañero.

—No te lo diré de nuevo, Suzuki. Si arruinas esto no volveré a madrugar para hacerte un favor y al final tú termines echándolo a perder.

—Eres un exagerado, lo he repetido incontables veces: no que estropeará. Sólo ayúdame a meterme la playera sin que se baje el peinado.

La expresión en la cara de Takanori no era la más convincente, pero no le quedaba de otra. Akira era su mejor amigo y aquel maquillaje y peinado que le había hecho no podía perderse tan fácilmente, no.

Siendo Matsumoto más bajo que Akira, se acercó unos centímetros y estiró sus brazos hasta alcanzar la cima de la cabellera loca que llevaba el más alto. Takanori se inclinó un poco, estando sobre la punta de sus pies, y estiró lo más que pudo la prenda hasta que atravesó la parte superior de su amigo. Cuando el artista supervisaba que ninguna fibra tocase parte del maquillaje, accidentalmente pegó con uno de los escritorios cercanos, así que intentó no perder le balance, pero sus corajes lograron marearlo por lo que estuvo a punto de irse de lado, apunto, sí, pues Akira estiró con sumo cuidado una de sus manos hasta agarrar la cintura de su amigo y acercarlo más a él.

—Cuidado, por poco arruinas está obra maestra —señaló Suzuki a su rostro.

—Me importará poco darte un puñetazo si no me sueltas.

Akira, con los hombros encogidos y la prenda sobre estos, accedió a la advertencia/amenaza y retiró sus manos dejando a Takanori de nuevo a centímetros frente a él.

La tercera llamada al evento de disfraces resonó por todo el lugar y esto alteró demasiado a Takanori, quien aún no se ponía los zapatos correctamente y ajustar su peinado.

—¡Por un demonio! Sólo esto y ya. Akira, ve apartar nuestro turno, bajaré en un rato.

—Si sólo bajo yo nos descalificarán, debes ir tú también.

Un suspiro de frustración salió desde la garganta de Takanori y cedió con su cabeza.

—Al final, cuidar que no lo arruinarás no sirvió de nada. Iré a quitarme esto de la cara.

—Y... ¿qué tal si arruinamos esto de una mejor forma?

La duda surgió en la mente de Takanori, pero esta no duró mucho ya que poco después de las palabras que había pronunciado Akira, sintió unas manos retirando los botones del chaleco rojo, siguiendo con la misma acción en la camisa blanca y su muño adorando alrededor del cuello. La mirada que ambos poseían era cómplice e instintivamente los dedos de Takanori siguieron aquel juego sobre el cuerpo de Akira.

Mientras caían las prendas llenas de sangre falsa, tierra y un poco de diamantina, ambos jóvenes se movían sobre el borde del muro más cercano, Suzuki acercándose de espaldas hasta la puerta para girar el seguro y sonreír al mirar a los ojos a Takanori mientras se acercaba a su rostro. Cierto, ellos eran más que amigos, pero llevar la relación disfrazada con esa palabra era más atractivo a su perspectiva, a fin de cuentas, podían seguir haciendo travesuras en el salón de artes mientras no había nadie.

—Podrían vernos, ¿qué tal si pasa alguien?

—No creo, todos están en el evento.

Uno, dos, tres besos sobre el cuello de Takanori resonaban en el eco de la habitación vacía mientras el tacto frío de sus manos recorría la piel tibia de su abdomen bajo los últimos botones de su camisa blanca, lisa.

El evento transcurrió sin mayos contratiempo en la parte principal del instituto y a los directivos les extrañó la ausencia de uno de sus mejores postores para el concurso, pero lo dejaron pasar.

Al día siguiente los alumnos llegaron cuestionando a la profesora de lenguaje ya que algunos invitados al festival comentaron demasiado a cerca de la casa del terror que había sido montaba en el segundo piso, a cargo de esa misma maestra. Se decía que muchos salieron en extremo asustados por los gritos, que parecían muy reales, dolorosos. Otras personas comentaban que hubo instantes en los que se percibían murmullos. Todos los ruidos extraños salían cerca de las ventilaciones conectadas con el salón del tercer piso sobre el de lenguaje.

—¡Mi madre dijo que los gritos le dieron escalofríos! Profesora, se esforzó demasiado en la ambientación.

—Mi hermano me acompañó y salió riéndose, cuando le pregunté porque reía me dijo que esos ruidos eran demasiado morbosos.

La docente escuchaba atentamente los comentarios de sus alumnos hasta que todos salieron y ella se quedó pensando.

Ese año no habían decidido usar las grabaciones de alaridos que pusieron los años pasados.

Los ruidos se presentaban más cerca de las ventilaciones.

El salón conectado al aula de lenguaje era el taller de artes...

Quizá era cierto que el alma de un fantasma habitaba en el tercer piso.

Quizá.

—¡Suzuki! Te pasaste, ni siquiera puedo caminar bien.

—Es tu culpa, no me dijiste que llevabas ropa interior a juego con el traje. Sabes que eso me puede.

Las risas de Akira se perdían entre los alborotos provocados en los pasillos y Takanori no aguantó las ganas de golpear su cabeza.

—Bueno, al menos podemos culpar a la casa del terror por los gritos de ayer. ¿Quién pensaría que era el asesino siendo enterrado? Hasta el fondo.

—Mejor cállate. A la próxima yo seré quien batee, Psycho Slugger.

—Ya quiero que me ates con tus cadenas, Chain Killer.


Me dan ganas de hacer la revancha, quizá lo suba después

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Me dan ganas de hacer la revancha, quizá lo suba después.

Hasta la siguiente.~

PSICÓPATA VS ASESINO [REITUKI]Where stories live. Discover now