Opposites.

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Bajo del coche lo más rápido que los altos tacones me permiten y cojo el brazo de mi hermano como si la vida me fuera en ello.

Flashes ciegan mis ojos obligándome a cerrarlos.

Caminamos por la alfombra roja mientras los paparazzi gritan todo tipo de cosas que como siempre, ignoramos.

Al atravesar la gran puerta de mármol mediante la cual entramos al hotel suelto un suspiro que no sabía que estaba conteniendo, esos estúpidos no podrán fotografiarnos más.

Mi hermano y yo seguimos caminando hasta la sala donde es la fiesta, varios empresarios cuyos nombres no recuerdo nos detienen para saludarnos de camino, mi hermano les devuelve el saludo gentilmente, sin embargo yo ignoro su presencia, como suelo hacer.

Ellos sólo son fachada, en realidad aquí a nadie le importa la vida de los demás, sólo su poder monetario e interés en cuanto a negocios.

Atravesamos la sala llena de gente, todos hablan en pequeños grupos mientras beben, seguramente el champagne más caro del mundo.

Odio este tipo de eventos pero mi hermano tiene la obligación de venir y yo de acompañarlo por mucho que me pese.

Para mi alivio llegamos a la barra del bar y tomamos asiento en un par de taburetes de terciopelo verde.

Mi hermano pide una bebida para mi y otra más fuerte para él, pero estoy conforme ya que no me apetece montar un espectáculo y aparecer mañana en la portada de todas las revistas del corazón.

-No me cansaré de decirte que deberías ser más amable.- mi hermano me reprime seriamente.

Pongo los ojos en blanco.

-Ni yo de decirte que vengo por obligación, que no me interesa esto.- él suspira y le da las gracias al camarero que nos sirve las bebidas.

Mi hermano me mira por unos segundos y su mirada fija comienza a inquietarme.

-Dime, ¿hasta cuando vas a seguir comportandote así? Necesito a mi hermana de vuelta.- no me esperaba eso.

Opto por no responder su pregunta y doy un trago a mi bebida.

Él sabe que no voy a volver a ser como antes y cuanto antes lo asimile mejor.

Tras un rato incómodo junto a mi hermano él se retira para asistir a una reunión empresarial en otra sala y yo me quedo sola en la barra entreteniéndome con mi móvil.

Estas fiestas son un auténtico asco, pero soy la única que parece tener esa opinión ya que todas las demás personas que se encuentran en la sala mantienen interesantes conversaciones con amigos o socios, incluso ríen como si esto fuera el patio del colegio, la superfialidad, la hipocresía en el ambiente incentivan mis ganas de marcharme.

Después de tres rondas más de bebida siento mi cuerpo tan cansado que creo que me dormiré en cualquier instante, mi móvil está ya sin batería y mi hermano no parece haber salido de esa dichosa reunión empresarial.

Le pido al camarero algo más fuerte para despertar mis sentidos.

-¿Planeando una siesta?.- una ronca voz interrumpe mis maldiciones hacia esta fiesta y toda persona que se divierte en ella.

Al girarme encuentro a un chico de pelo corto, ojos claros y altura similar a la de mi hermano.

Me resulta familiar pero no consigo dar con su nombre, aunque puedo decir que le he visto en más de una revista.

-Ya me gustaría.- pongo los ojos en blanco y él sonríe mostrando unos prominentes hoyuelos.

-Richard Callaghan.- me tiende la mano presentándose.

Oh, claro que sé quien es.

Hijo de Thomas Callaghan, dueño de la petrolífera más importante de Inglaterra y muy involucrado en política.

-No te he preguntado.- rechazo su mano tendida y tomo un trago de mi nueva bebida.

Sin que mi comportamiento le importe mucho Richard toma asiento con una sonrisa entre sus labios.

Odio los tíos arrogantes y él es un claro ejemplo de arrogancia.

-Veo que tu fama se corresponde con la realidad.- me dice en tono de sabelotodo.

Lo que me faltaba para rematar la noche, encima se cree gracioso.

-Veo que no has entendido que no me apetece hablar con ningún niñato ricachón.- digo seriamente esperando que se marche de una vez, pero no lo hace, ni siquiera parece ofendido.

-No te apetece, sin embargo no paras de hablarme.- ríe y puedo ver la diversión en sus ojos azules.

Estúpido.

-¿Sería mucho pedir que te largues?.- pido cabreada pero su mirada ya no está sobre mí, sino en algún punto detrás de mi.

Opposites.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora