Prólogo.

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Acabo de despertarme al divisar los primeros rayos de sol colarse entre las cortinas. Mierda, es tarde.

Te doy un toquecito en la mejilla, esperando que eso te haga despertar, pero sigues ahí, ajeno a todo. Tu sonrisa de angelito me hace soltar una carcajada silenciosa, seguramente estés teniendo un dulce sueño. Y eso me alegra, no sabes cuánto.

Hyung, espero que yo esté en tu sueño.

Me muevo perezosamente entre las sábanas, deseando poder quedarme junto a ti un poco más, pero la hora se acerca y debemos partir cuanto antes. Si se enteraran... ‘¿Si se enteraran qué?’ pienso durante una fracción de segundo. Aunque desconozco las consecuencias, no es mi intención tentar a la suerte y meterte en más problemas. La última vez tuviste que arriesgarte demasiado por mí. No lo permitiré.

Finalmente acabo levantándome para asearme y dar un paseo. Quizás pueda despejar mi mente antes de las prácticas de hoy, mas lo dudo. Lo más posible es que vuelva a rememorar la noche de ayer y tus cálidos brazos envolviéndome como si tratases de protegerme. Tus manos acariciándome... Tus besos... Me estremezco inevitablemente ante el espejo del baño. La imagen que está frente a mí es vergonzosa: un hombre sonrojado por su hyung.
Trato de tapar mis mejillas el tiempo suficiente para que se me pase. ¡Así jamás podré terminar! Muestro a mi reflejo la expresión más neutra que puedo y comienzo a colocar mis despeinados y oscuros cabellos de una forma decente. No me puedo permitir una ducha ahora mismo, pero el resultado es bastante satisfactorio.

Aprovecho para mirar tus pertenencias (guardadas en una bolsita con tu nombre), imaginándome que algún día podamos compartirlas sin miedos ni impedimentos. Ese día no llegará.

Ahora que lo pienso, ni siquiera debí haber venido aquel día. Me pareció algo tan inocente... No sería la primera vez que nos cambiábamos las habitaciones para grabar, o simplemente hablar cuanto teníamos problemas. Pensé que esa vez sería como las demás.

Admito que al principio así fue, todo transcurrió como me esperaba, mas a veces nos descubríamos observando de forma extraña nuestros somnolientos rostros, lo que siempre acababa en una carcajada amistosa pero cargada de otros sentimientos.

Me gustaba que tú, hyung, me prestases atención. Muchas han sido las ocasiones en las que he fingido desinterés o incluso molestia... Es por eso que tus miradas significaron mucho para mí.

Cada vez que nos encontrábamos nuestra confianza iba a más y pasamos a ser confidentes. Tú hablabas mucho más que yo (y hacías el ganso, idiota), siempre he preferido escuchar y razonar. Me reía ante tus reacciones y te ofrecía palabras de consuelo en mis momentos lúcidos. Parecía bastarte, al menos. No sé si estas charlas también las tenías con los demás, pero nuestras conversaciones las guardo en mis recuerdos como oro en paño...

...

Hyung, ¿qué te pasó “ese” día? Hyung, ¿por qué llorabas? Me asusté, me asusté demasiado. Eres muy reservado para mostrar tus debilidades, por lo que no pude evitar sorprenderme.
Tan solo estaba jugando con el móvil, tumbado en la cama de Hobi-hyung, cuando tú, que creía ya dormido, empezaste a sollozar muy levemente. Ni siquiera te diste la vuelta, fui yo mismo a tu encuentro, arrastrado por la preocupación. También me pregunté si había hecho algo mal, si no sería mejor que me fuera. Lo haría si así me lo pedías.

“Jiminie-hyung?” “...”

Me limité a llamarte, apoyando mi diestra sobre tu hombro para que me mirases. Tu rostro era una tormenta de emociones, las lágrimas te cubrían las mejillas y provocaban un efecto desolador. Me sentí tan profundamente hundido que por un momento pensé que era yo el que estaba llorando.
No contestaste nada, solo me miraste como nunca lo habías hecho y yo me estremecí. Había empezado a pensar en cosas que no debería.

Entonces mis labios repitieron tu nombre.

Y los tuyos susurraron el mío como respuesta.

Y antes de que pudiese darme cuenta, estábamos tan cerca que todo tu ser se atrevió a rozarme de la forma más dulce y suave, como una canción susurrada entre dos amantes.

Hyung, ¿por qué yo?

Hyung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora