Milenios más, milenios menos, lo único que sé es que al fin te tengo...

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—No, no mis alas... por favor, no.

Pero ninguna súplica por parte de James fue suficiente. Sus alas fueron arrancadas sin lástima ni contemplación. El dolor tan profundo y fuerte lo invadió. Soltó grandes y lastimeros alaridos de dolor. Retorciéndose en el suelo que ardía en llamas, el escozor de sus omóplatos era insoportable. Sentía quemarse en carne viva.

Lucifer rechina los dientes ante tal crueldad, su odio contra Dios creciendo como olas de mar. James no lo merece, él sólo cayó en sus palabras tóxicas.

James llora y llora como un recién nacido. Su hermoso Antoshka fuera del alcance de su toque, de su voz, de su respiración. Sin poder calmar su angustia.

—Antoshka...

Su mente bullendo en el rostro dulce y sonriente de aquel bello ángel que se había adueñado de su negro corazón, aquel bello ángel de cabellos castaños y ondulados, de preciosos ojos cafés tan grandes y expresivos. James suplicaba a Dios que no le hiciera daño, que tuviera misericordia.

Con el dolor y las lágrimas nublando su vista vio a su adoración al costado de Dios, con lágrimas brotando de sus ojos y sollozos lastimeros.

—¡James no!

La voz de su Antohska se apagó y él lloró, lloró amargamente por aquello. James se permitió observar el cómo lo dormían para poder quitarle las alas también. Su compañero de existencia no merecía eso, él estaba libre de pecado. Antoshka era inocente y puro. El único con culpa y pecado era él.

Él no va a sufrir James —Aquella voz brillante habló—, él cayó en tu pecado. Él no va a recordarte pero tú, tú siempre lo harás. Anthony no va a recordarte, en cambio tú, estarás condenado a recordarlo siempre... Y nunca estarás con él. Ese será tu castigo por seguir a Lucifer y ser parte de su ejército de rebeldes en contra de Cristo, mi hijo.

James fue condenado a la eternidad en el infierno como un ángel caído, Lucifer le concedió el poder de vagar un día cada año para buscar al ser de sus deseos...
Antoshka fue enviado a la tierra, claro que seguía siendo un ángel pero sin alas. Desde el cielo los otros ángeles tenían el deber de protegerlo de cualquier pecado y cualquier demonio que escapase del infierno...

•••

La vida en la tierra le sienta de maravilla, su piel resplandece como oro recién hecho. Es un ser puro y libre de pecado, con la bendición eterna de Dios. Ayuda en cuanto puede y hace hasta lo imposible por la vida que pulula en aquel lugar.

Lleva salud al enfermo y comida al hambriento. Todos quienes están ante su presencia se llenan de paz, de regocijo. Antoshka es venerado, es santificado en la tierra.

Antoshka, era la inocencia en persona pero también era una constante tentación. Poseedor de una belleza angelical, inhumana, más bien endiosada... De una voz tan cantarina y seductora, dueño de una mirada embaucadora, no falta quien osa atreverse a querer mancharle con el pecado. Dios y sus ángeles desde el reino de los cielos se encargan de librarlo de aquellos seres demoniacos, de librarlo de caer en tentación.

Lograron mantenerlo a salvo durante un par de milenios pero para James, no fue imposible hallarlo. Llevaba buscándolo por la eternidad hasta que aquella tarde llegó. Lucifer había intervenido para que su ciervo pudiera encontrar a su acompañante, se ayudó de mil maneras para que Dios no se diera cuenta y James pudiera dar con su ubicación.

Lucifer no era tan malo como lo pintaban, al final de cuentas él también había sido un ángel. El mejor y más perfecto ángel que jamás hubiera habitado el cielo.

Mi adorado AntoshkaWhere stories live. Discover now