Otabek Altin:
Que tu asistente te llame a las seis menos veinte de la mañana un domingo nunca, bajo ningún concepto es para darte una buena noticia y mucho menos si se trata de Evelyn Mathews, la mía.
El tono de llamada de mi móvil, uno que aún no sé porqué demonios no he cambiado me despertó y somnoliento alargué la mano hacia la mesita de noche para coger la llamada. Con los ojos entornados miré a ver quién era el monstruo que había cometido semejante crueldad.
- Evelyn...
- Lo sé, sé que ahora mismo soy la persona más odiada de este mundo para tí y te juro por Dios que de no ser por una razón de peso ahora mismo no te estaría molestando – dijo con un tono de nerviosismo que me puso la piel de gallina.
- ¿De qué se trata? – pregunté encendiendo la lámpara y sentándome con la espalda apoyada en el respaldo acolchado de mi cama de diseño.
- Leroy me acaba de llamar para avisarme de que ha cancelado la publicación de su novela – dijo y sus palabras atravesaron mi cerebro como balazos.
- ¡¿Estás de coña?! – Exclamé.
- No, me ha dicho que se encuentra en mitad de una crisis de creatividad y que no puede continuar escribiendo – respondió y por primera vez en mis veinticinco años de vida tuve auténticos deseos de matar a alguien."¿Ahora qué carajos hago con todas las putas ilustraciones que me había hecho realizar.?"
Me pregunté apretando los párpados y frotándome el puente de la nariz.
- De todos modos, le he pedido que nos veamos esta misma mañana para desayunar juntos y aclarar la situación – dijo finalmente.
- Gracias.
- A tí por no despellejarme. Nos vemos a las 8:45 – repuso ella y se despidió de mí.Con todo lo que había pasado ya no me podía dormir. Salí de la cama y me dirigí a mi despacho. Tomé las ilustraciones y las guardé en un portafolios. Luego fui a la cocina y me preparé un café.
Estaba realmente cabreado. No cabreado, más bien estaba indignado. En la editorial me habían vendido a Leroy como el novamás cuando lo sólo era una diva. Con un talento increíble, pero una diva.
Para una persona como yo, los plazos de entrega eran sagrados, por el contrario Leroy se los tomaba tan a la ligera que a menudo tenía que pasarme por su apartamento para serciorarme de que no se le habían olvidado los capítulos a entregar.
Por su culpa había tenido que rechazar la propuesta de trabajar con escritores emergentes que, pese a todo se estaban ganando cierto renombre en la editorial.
Me terminé el café y me fui a la ducha. Me tomé mi tiempo para lavarme bien el pelo y enjabonarme. Para cuando salí del baño ya había tomado una determinación. Aunque eso supusiera ganarme una bronca por parte del jefe.
Me encontraba con Evelyn en la cafetería esperando a Leroy. Llegaba con veinte minutos de retraso y nos estábamos empezando a enfadar en serio, cuando lo vimos entrar perfectamente vestido como un hombre de negocios y al vernos avanzó hasta la mesa mirándonos con el ceño fruncido.
- Espero que tengáis un buen motivo para no haberme esperado en la puerta...
- En una situación como ésta, lo último que puede hacer es exigirnos nada – repliqué con mordacidad. Leroy me lanzó una mirada de acritud y se dignó a tomar asiento.La conversación se prolongó durante una hora y media. Por lo visto no se encontraba con ánimos para seguir escribiendo su actual novela por que sentía que los personajes ya no fluían en su mente con la naturalidad con la que lo hacían antes.
- ¡No tenéis la más mínima idea de cómo me siento! – Exclamó llevándose la mano a la cara con un dramatismo exagerado haciendo que la gente a nuestro alrededor se nos quedara mirando.
- Realmente me importa un bledo como se pueda sentir – dije plantándole el portafolios justo en sus narices – haga lo que le de la gana con ellas.
- Otabek...Decidí darme una vuelta por ahí para intentar despejarme y cuando estaba llegando a un restaurante allá por la hora del almuerzo Chulanont del departamento de publicidad me envió un WhatsApp insistiendome con que me tenía que bajar una app para móviles que servía como plataforma para escritores amateur subieran sus historias a la red.
No estaba nada convencido, pero con lo cabezota que era no me quedó más remedio que aceptar y que fuera lo que Dios quisiera.
Pese a todo no fue un día tan horrible y cuando regresé a casa todavía me quedaban algunos ánimos para descargarme la app que me había recomendado Chulanont mientras me preparaba la cena.
Tras registrarme, esta me obligaba a escoger cuatro libros que me pudieran llamar la atención para empezar a utilizarla. Lanzando un suspiro de resignación elegí cuatro libros al azar y comencé a leerlos.
El primero era una bazofia porno, lo eliminé inmediatamente tras leer el primer párrafo. El segundo era los desvaríos de un adicto al LSD, otro que fue descartado nada más leer tres líneas. El tercero me causó un cáncer de retina debido a las faltas de ortografía y cuando me disponía a cortarme las venas a causa de la desesperación asalté el cuarto libro. Tan sólo había subido el autor un capítulo, pero este en menos de una semana había recibido cuatro mil votos y lo habían leído miles de personas.
El autor escribía bajo el seudónimo de Snow Tiger. Me lié la manta a la cabeza y me sumergí en el primer capítulo...
Holaaa!
Esta historia se la tengo que dedicar a BaccelieriCo por ser una persona tan maravillosa 😺 y escribir una historia tan hermosa como Stars in the Ceiling.
Un saludo.

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Inside of a Frozen World.
FanfictionOtabek Altin acaba de enterarse de que el escritor para el cual trabajaba como lo ilustrador ha decidido tomarse un tiempo para superar una pequeña crisis de creatividad. Sin embargo un amigo le recomienda que se descargue una app para escritores a...