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Aazijan padeció por primera vez en la historia con explosiones en el cielo. Sus habitantes despertaron con los estruendosos sonidos en lugar de las habituales alarmas de trabajo. Al mirar al cielo, observaron cómo ellos descendían en sus transportes. Las alarmas de los ciudadanos pronto se convirtieron en gritos, mezclados con el ruido de la alarma general. "Mantengan la calma. Esto no es un simulacro, evacúen hacia las cápsulas de escape localizadas en..." dominaba cualquier otro sonido de la calle, nombrando las estaciones de evacuación terrestres y espaciales.

Annie tuvo que correr con todas sus fuerzas sujetada de la mano derecha de su madre, pues cargaba con la izquierda una pequeña valija con un pequeño número de pertenencias, dinero y ropa. En el cinturón, su madre colgaba un pico de alartanio, con el que trabajaba en las minas. Aprovechaba cada que Annie desaceleraba el paso para exigirle que corriera más deprisa y alcanzar lugar en las cápsulas. La chica estaba un poco asustada, más por el comportamiento de su madre que por las explosiones derrumbando su casa a sus espaldas. 

"Mantengan la calma. Esto no es un simulacro, evacúen hacia las cápsulas de escape..." Su madre, Eriana corría con todas sus fuerzas hasta que por fin llegaron a la Estación Número 4, en donde el caos, el pánico colectivo y los gritos opacaban el sonido de las cápsulas disparadas hacia el universo. Los ricos, patrones de minas y jefes empresariales tenían un lugar reservado en éstos métodos de escape, por lo que demandaban su lugar pronto. La Guardia Humana se encargaba de imponer orden, medir los espacios por cápsula y el peso que podrían soportar. Los pobres esperaban en la parte de atrás de las filas, aguardando poder aguantar hasta evacuar Aazijan. 

Eriana le comentó a su hija con lágrimas en los ojos la importancia de mantenerse todo el tiempo junto a ella, que no debía en ningún momento soltar la mano de su madre. Con su muñeco de trapo en la otra mano respondió que sí, mirando a todos los mineros detrás de ella que aguardaban su lugar.

Mientas unas cápsulas salían expulsadas hacia arriba, otras más caían en el suelo. Eran las fuerzas de la División Custus que bajaban a proteger la ciudad bajo ataque desde la Nave Insignia. Annie había soñado siempre con viajar hacia el exterior. Se lo había comentado a su madre varias veces, pero dado que para poder comer ella tenía que trabajar en las minas, su sueño se vio limitado por la economía, dado que rentar una nave era demasiado caro. En ese momento la pequeña deseó ser parte del ejército para defender a su mamá de los hombres malos del espacio y evitar que ella se asustara, pero en ese momento todo eso residía dentro de su imaginación. Eriana se unía al grito colectivo para exigir prioridad en la evacuación hasta que la División Ánimus anunció que las cápsulas de escape se habían terminado para esa estación en particular y debían escapar por otra estación.

Los más inteligentes salieron por donde vinieron en busca de otra ruta de escape, y los más testarudos se quedaron ahí para tomar los lugares de la División Ánimus en sus cápsulas. Comenzaron con gritos, luego el pánico los llevó a las agresiones, por lo que tuvieron que recurrir a las armas. Varios ciudadanos cayeron muertos bajo los pies de la policía, cuya misión era "proteger a los indefensos". La batalla por sobrevivir se libró entre los mismos humanos, combatiendo con garras y dientes un lugar en una cápsula para escapar de la ciudad. La "policía", como comúnmente se le llamaba a la División Ánimus fue la causante de una baja considerable de civiles, pero en el caos éste tipo de crímenes quedarían impunes para los miembros que escapaban en las cápsulas reservadas para ellos.

Otras personas quedaron estancadas en filas y motines de personas, perdiendo a sus familiares, otros más que robaban las pertenencias de los menos atentos. Los asaltos, golpes y violencia inundaban las calles con pánico colectivo, gritos y miles de personas corriendo de un lado para otro. Eriana se dirigía junto con su hija a la Estación Número 7, la cual parecía estar menos llena que la anterior según la alarma automática. Al llegar se dieron cuenta que la misma situación se libraba al igual que en la Estación Número 4. Varias personas trataron quitarle a su hija o sus pertenencias, llevándose una mano cortada o una buena herida de regreso. El alartanio era especial por ser altamente tóxico y filoso, por lo que esas personas terminarían muertas en algún momento, a menos que fueran atendidos por un médico antes. 

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2015 ⏰

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