Epílogo

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Dos años después.

- Un expreso con doble crema por favor

- En un minuto - respondió el chico con la gorra verde.

Sonreí y gire sobre mis talones para luego inclinar la cabeza juguetonamente. - Tu turno- dije casi en un susurro, para que el chico que estaba a mis espaldas no oyera.

Abigail me dio un puñetazo en tono de broma y se acercó al mostrador haciéndome a un lado.- Un capuchino de vainilla con crema y ah por favor tu numero. - Al decir esto se sonrojó violentamente.

Después de unos 5 minutos el chico volvió con nuestras órdenes, nos sonrío y le entregó el capuchino a Abbie- Preciosa, ya tienes mi número no se para que lo quieres de nuevo.- Luego le dio un tierno beso para volver a trabajar.

Nos sentamos en una de las mesas mientras yo comenzaba a reír como un psicopatía retrasada.

- No es gracioso - me recriminó Abbie con una sonrisa jugando en sus labios. - No es un buen reto pedirle a mi propio novio su numero telefónico.

Bebí un poco del café y lo deje devuelta en la mesa.- Es gracioso porque te sonrojaste como un tomate apuntó de estallar y dime ¿que más podía hacer? No puedo poner otros retos mejores porque ya tienes novio y le eres fiel hasta la muerte- dije sarcástica mirando al cielo raso.

- "No le seré fiel hasta la muerte"- repitió mis palabras intentando imitar mi magnífico e original tono (que no lo logro porque como dije antes es magnífico e original).- Solo hasta lo que dure nuestra relación.

- Por eso mismo, hasta la muerte - sonreí de nuevo mientras volvía a beber de mi café.

Ella giro los ojos y se puso a beber de su capuchino.

Si, era un miércoles normal en mi vida universitaria. Después de terminar el bachillerato en Nevada también logre obtener una becca en una de las mejores universidades de esta zona. Así que yo y mi mejor amiga Abbie nos mudamos a un pequeño departamento al frente de la universidad. Mi vida no era perfecta, ni extraordinaria, era normal. Mi vida amorosa... Esa sí que estaba muy bien enterrada. Después de Alonso Villalpando no hubo ningún chico que me interesara de verdad, intente varias relaciones pero la mayoría se fueron al caño antes de cumplir el primer mes de noviazgo. Entonces lo único que me quedaba era estar soltera hasta la inmortalidad con mi mejor amiga Abbie para molestar.

- Pues deberías encontrar un novio.- y saco así el tema, del que ya habíamos hablado una y otra vez.

Fruncí los labios y la mire- Ya te dije que no necesito un novio.

-¡Pero Ali! Yo quiero que seas feliz, en todos los aspectos de tu vida ¡Y vamos! Tú y yo sabemos que yo no sirvo como novio.

- Pues yo no quiero uno y ya está- dije con dureza para que cerrar el tema que tanto odiaba de una buena vez.

Aunque no lo conseguí.- ¡Mira! Podemos encontrarte uno. Por ejemplo ese chico de la mesa de atrás que no ha dejado de mirarte desde que entramos.

- Pues que se quede ciego esperando que me volteé porque no le haré.- Tome el último sorbo de café y mire a Abbie- Y punto.

- Hazlo solo una vez. Una. Y si me dices que no está guapo y que no es para nada tu tipo dejaré el tema. Para siempre ¿Qué dices? - Bebió lo último de su capuchino.- Ah y para añadirle picante a esto, pues limpiaré el cuarto por una semana, pero sino lo haces tú.

Esa era una opción tentadora... Solo era una mirada, y ¡Abigail dejaría el tema que tanto se empeña a sacar! ¡Además no tendré que tomar un trampeador por una semana! No tuve que pensarlo mucho para aceptar.

Y giré.

Grave error, limpiaría el maldito cuarto por una semana, tendría que aceptar que Abbie tenía razón y me tendría que callar todas mis palabras. Porque ahí estaba, con su sonrisa de lado que no podía olvidar y que en mis sueños siempre estaba. Con una chamarra café y un jean que le quedaba jodidamente bien. Bebiendo de su taza y sonriéndome sin parar.

Rayos.

Me quede congelada justo ahí. No dije nada, y quizás una mosca podría haberse pegado en mi cara pero yo no lo habría notado. Ahí estaba el chico que desde hace dos años no he podido olvidar.

Lo más normal hubiera sido levantarme y correr hacia él, que me levantará en sus brazos y ponerme a llorar de felicidad. Pero no. Esto no era un película ni una telenovela. Porque en lugar de hacer eso me quedé allí sentada con mi espalda girada y las piernas aún en la silla mirando a la nada mientras él se me acercaba.

Se arrodilló delante de mi cara y me hizo señas enfrente de los ojos. - ¿Hola? Hay alguien allí. Emergencias parece que a una hermosa chica pelirroja le ha entrado un ataque estático, porque no se mueve.- Su voz era más grave que antes pero aún así conservaba ese tono sarcástico y juguetón que siempre lo caracterizó.

Parpadee y le di un manotazo en la mano.- No soy una retardada idiota.

Él comenzó a reír y se levanto, yo hice lo mismo moviendo mis pobres articulaciones rígidas.

- ¿Eres tú Cliché?

- ¿Eres tú el idiota de Alonso?

Sonrío más que nunca y me abrazo.- No sabes cuando te extrañe, y cuánto he esperado este momento. No has cambiado en nada, la misma fría Cliché de siempre.

Lo abrace igual.- Pues tú sigues siendo el mismo idiota de siempre.

- Sabes que me amas Cliché admítelo.

- Admítelo tú primero.

- Pues bien.- Se separó un poco y me miró a los ojos- Te amo Cliché.

Sonreí - Yo igual te amo Alonso.- Después de esto me besó.

Y fue irreal, casi perfecto, digo casi, porque sino hubiera sido por Abbie que intentó levantarse de la silla lo más rápido posible para darnos "intimidad" y termino cayéndose con todo y la pobre silla. Que nos tuvimos que separar Alonso y yo para ayudarla.

Pero esta bien, porque aunque yo quería un cliché la verdad es que nunca tuve uno a la perfección. Pero nada es perfecto ¿verdad?
Y antes de alargar esto más de lo necesario voy a despedirme.

Colorín colorado este cliché se ha acabado.

Are You Cliche?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora