➧El Omega del Alfa.

11.8K 1.1K 370
                                    

No estaba, no había nada, todo estaba vacío. 

Imposible, era imposible, él había trabajado toda la semana para conseguirlo, ¿verdad? Entonces, ¿dónde estaba? ¿Por qué no estaba allí, dónde lo había dejado el lunes pasado? Él no lo había tomado, estaba seguro; alguien más debió de haberlo hecho mientras él estuvo fuera.

Impaciente y sin poder creerselo, volvió a meter su mano dentro de la caja. Su respiración se agitó cuando, por más que tocó dentro, sus dedos no sintieron el papel al cual estaba acostumbrado, solo el fondo duro y polvoriento. ¡Malditos mal nacidos! rugió, lanzando la caja contra la pared de su habitación. Todo estaba desperdigado, pero JiMin no tenía tiempo para limpiar nada desde hace ya mucho tiempo.

JiMin estaba que ardía. No tenía dinero. No tenía su maldita dosis, maldición.

Cegado por la ira y la desconfianza, viendo rojo y con las manos ya temblorosas, tomó su celular y texteo al único que aparte de él, tenía acceso a su departamento. JiMin ya ni sabía lo que estaba haciendo, o cuando es que había perdido el total control de sus acciones, pero necesitaba esa dosis, quizás después de tomarla podría pensar mejor. Si, definitivamente la necesitaba.

"De ninguna manera, no has venido a trabajar durante toda la semana, no te daré más dinero, JiMin. Búscate otro banco" le respondió. Y JiMin gritó airado, eso no podía ser cierto, él recordaba perfectamente haber ido a trabajar esa semana. El bastardo de TaeHyung solo no quería darle lo que le correspondía y él personalmente iría a reclamarle.

Su cabeza estaba tan confusa que ni  siquiera cruzó por su mente que lo que estaba a punto de hacer era una completa estupidez. JiMin No tenía control sobre sus acciones, lo único malditamente importante en esos momentos era conseguir su próxima dosis y tan desesperado como estaba, no dudo en tomar su abrigo del perchero y cubrir su rostro al salir de su departamento con tal de que sus profundas ojeras no se notaran bajo la irritante luz del sol.

Bajando la vista a sus extremadamente delgada y temblorosas piernas al comenzar caminar, JiMin sabía perfectamente que ya no poseía más esa belleza innata que caracterizaba a los de su clase. La última vez que se miró al espejo y fue consciente de ello, sus pálidos ojos azules parecían los de un muerto y su piel, seca y agrietada, se pegaba desagradablemente al molde de sus huesos. En esas condiciones, ni siquiera le pagarían por su cuerpo, simple y llanamente lo tomarían y con lo débil que estaba no sería capaz de protestar. Un inminente hecho que su cabeza no podía retener por más de dos segundos mientras caminaba hacía la casa del lobo.

El camino no era especialmente largo, es solo que él estaba siendo demasiado lento, apenas manteniéndose de pie entre sus torpes tropezones y tambaleos. Personas que pasaban a su lado lo miraban con evidente asco y altanería, sin embargo, nada de sus verdaderos pensamientos fueron expresados, ¿Quién podría en ese sucio agujero de mierda ofender a otro pobre desgraciado en sus mismas condiciones?

Él no había deseado esto para su futuro, JiMin había soñado con mucho más cuando aún era capaz de hacerlo; él había deseado tener una vida, casarse algún día y vivir para sus hijos tal y como su madre lo hizo con él una vez. Pero salir omega era casi como salir bastardo cuando tus padres eran dos alfas que lucharon por mucho tiempo para tener un cachorro alfa puro. 

La desilusión lo llevo a las calles, no por decisión propia por supuesto, pero cualquier cosa era mejor antes que estar de vuelta en ese lugar donde intentaron matarlo y hacerlo pasar por un accidente.

Ese día no lograron matarlo, claro.

Pero desde entonces no podía vivir mejor que un muerto.

➀ El σмєgα Del αłƒα➧ƳɱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora