Inseguridades.

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Caminé a paso firme detrás de el y simplemente no se dejaba alcanzar, creo que incluso yo ya estaba corriendo.
–Jonathan–. Escupí mientras mis dedos rodeaban su bícep. Estaba a punto de continuar hablando cuando el de un brusco y violento tirón se libero de mi agarre haciendo que perdiera el equilibrio para posteriormente caer. Cerré los ojos para posiblemente salvar la poca dignidad, pero antes de caer unos brazos firmes se aferraron a mi desorientado cuerpo.

Abrí los ojos y me di cuenta de que el pelirrojo evito mi caída. Sin embargo ahora yo tenia miedo. Uso la fuerza contra mi.

Conecte mi mirada con la suya y el se veía igual de aterrado que yo. Y ahí fue cuando se hizo presente un nudo en mi garganta.

El negó rápido con la cabeza y siguió su camino, yo lo seguí junto con mi misera cantidad de dignidad.

–Jonathan, de verdad que no me estás dando una razón coherente para no seguir juntos–. Articulé, a pesar de que mi voz sonaba rota.

–Es coherente para mí– sentenció –y eso es todo lo que tengo que hablar contigo.

Estaba dispuesto a subir las escaleras para el gimnasio de la universidad, pero me interpuse en su camino, pensando en que podría volver a usar la fuerza en mi contra y con miedo; pero ahí estaba yo, ignorando mis normas de seguridad propia y tirando al suelo mi poca cantidad de dignidad cómo por quinta vez en la misma hora.

Al verme en su camino el solo rodó los ojos y resoplo.

–¿Qué quieres de mí?– bufo mientras cansado, pasaba sus manos de su cabello hasta su barbilla.

–Una explicación– comenzé y entonces mi voz volvió a fallar, pero se fusionó con un desesperado llanto –¿Que... Que nos pasó?

El abrió los ojos como si se fueran a salir de sus orbitas mientras me veía sollozar.

–¿Es que tú ya me dejaste de querer?

–¡No, Alissa! ¡De verdad que no es eso! Te quiero igual que la vez que me di cuenta de lo mucho que te quería y es por eso por lo que te quiero alejar de mí– Gritó dando una zancada hacia mí, tomo mi rostro entre sus manos y con sus pulgares borraba las constantes lágrimas que mis ojos derramaban. –Al, todos tienen razón al decirte que yo no soy bueno para tí, y también tienen razón en decirme que eres mucho para alguien como yo. Deja de llorar, me parte el alma verte así–. Dijo el pelirrojo con la voz quebrada.

Levante mi vista y encontre su hermoso rostro, junto con sus ojos que estaban acuosos, sin embargo no derramaban lágrimas. No pude resistirme a la idea de nunca mas estar escondida entre sus brazos, por lo tanto, me lanzé hacia el y enrede mis manos en su espalda, cosa que el tambien hizo.

Cuando nos separamos el solo se acerco y besó mi frente.

–Adiós, Alissa– susurró contra mi cabeza y se dio la vuelta haciendo entrando al gimnasio.

Y fue ahí donde me di cuenta de que lo había perdido. Lo había perdido por la culpa de la gente prejuiciosa.

Nosotros no matamos nuestro amor. Las inseguridades lo hicieron.

Depresión Post-JonathanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora