Ángel caído.

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Abrí los ojos con pereza, me había dormido en clase de Geografía. No es fácil estudiar ciencias sociales ya que te dan clase de todas y cada una de ellas, cuando solo te quieres enfocar en una. La clase había terminado y voltee hacia Valerie, una de mis únicas amigas del salón. Ella estaba concentrada dibujando. Pensar en que ya son las ultimas semanas de este semestre y que es el ultimo que comparto con ella en el mismo salón me da nostalgia.

–Val...– hablo frotando uno de mis ojos. Mi voz esta notoriamente ronca.

–¿Alissa..?– pregunta apartando los ojos de su cuaderno.

–¿Dejó alguna tarea?

Valerie suspira y asiente con la cabeza.

–Desgraciadamente mucha, pero es para dentro de dos semanas– Interrumpe Cindy, otra de mis amigas.

–Afortunadamente es en equipos de cuatro– sigue Valerie, haciendo que Sarah voltee hacia nosotros.

–Y ya estamos completas– agrega risueña.

Nuestros equipos consistían siempre en nosotras cuatro. Sarah, Valerie, Cindy y finalmente yo. Alissa. Como suelen llamarme.

–Ahora tenemos hora libre, yo digo que hay que adelantarlo– propuso Cindy.

–¿Pues que demonios es que lo tenemos que hacer con tanta anticipación?– Cuestioné sorprendida.

–Un ensayo de la diversidad de terrenos en América – informa Valerie con la vista en sus dedos llenos de grafito.

Dios, no es para hacerlo dos semanas antes.

–¿Decuantas cuartillas hablamos?

–Una por integrante– informa Sarah –Cuatro, por si te queda duda aún.

El simple hecho de pensar que voy a pasarme mi hora libre escribiendo dicho ensayo me da ganas de vomitar de tristeza. Odio geografía con todo mi ser.

–Chicas, es nuestra hora libre...– comencé haciendo un puchero.

–Al tiene razón. Dejenme dibujar en paz, por favor– continuó Valerie, mi compañera de flojera y mejor amiga.

Sarah y Cindy decidieron hacer su cuartilla en su hora libre y Valerie decidió dibujar. Salí del aula y con pasos torpes camine hacia la cafetería en busca de algo caliente.
Frote mis manos y las puse en mis bolsillos con la esperanza de que obtengan calor y entonces miré el salón de Aleck, uno de mis mejores amigos, un chico de cabello azabache y que caía hasta sus hombros y recordé que ese día el tambien tenia hora libre al mismo tiempo. Mis pasos se desviaron hacia el salón de mi amigo, cuando entré lo vi muy distraído escribiendo algo de su teléfono a su libreta, por lo que sin decir nada me senté frente a el. Aleck está estudiando para ser laboratorista clínico y por lo poco que podía distinguir en sus apuntes fue una estructura de ácido desoxirribonucleico, o como se le conoce comúnmente, ADN.
Finalmente Aleck tapó su bolígrafo y cerró su libreta. Alzo la vista hacia mí.

–¿Pero a quien tenemos aquí?– preguntó con una sonrisa ladeada. –Si es la hermosa Alissa.

Fingí avergonzarme e hize con la mano un ademán de reverencia.
Empezaron a surgir temas normales, sobre la tarea que hacia, la sudadera de six flags que traía puesta, su tan esperado corte de cabello (cosa que me aclaro que no va a pasar en un futuro cercano), mi sencilla sudadera rosa, mi adicción por ese mismo color, entre muchos otros temas.
Fue entonces cuando una ruidosa personalidad se hizo presente en el salón. Alguien que en mi vida había visto antes. Era un chico de cabellos ondulados y rojos, de orbes ámbar casi verdes, con facciones preciosas y una socarrona sonrisa. Sin agregarle que su cuerpo, a pesar de la sudadera gris que cubría su torso, estaba perfectamente bien formado, parecía que sus bíceps romperían la pobre prenda.

–¿Es tu novia, Aleck, amigo mío?– sonrió sentándose en el pupitre de a lado.

Aleck y yo rodamos los ojos.

–No, Rojo, es mi amiga.

–¿Entonces no hay problema en que me presente, o si? – continuó el pelirrojo con esa burlona sonrisa.

–Dios, haz lo que quieras, imbécil – rió mi amigo.

–Hola dulzura ¿cuál es tu nombre? – preguntó hacia mí extendiendo su mano. La miré dudosa por unos segundos. Finalmente la tomé.

–Alissa Garret– suspire resignada.

El elevo nuestras manos hasta que sus labios tocaron el dorso de la mía.

–Un lindo nombre, yo soy Jonathan Jordan, todo un placer conocerte– agrega el pelirrojo mientras guiña un ojo y libera mi mano.
Yo no podía evitar ni esconder mis nervios, cosa que el notó y solo rió mientras salía del aula.
El realmente parecía un ángel caído del cielo.

Pero yo no sabia que ese era el inicio de mi sufrimiento.

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⏰ Última actualización: Jan 05, 2018 ⏰

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