Capítulo 1: Introducción

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Subí, como todos los días, al autobús. Se diferenciaban bien las zonas en las que se sentaban los alumnos. En los primeros asientos solían estar, y siempre era así, los más listos o como no, los llamados 'empollones'. Su nota media no bajaba del nueve  y si bajaba era como si hubiese muerto su vida escolar. Y eso que no tenían mucha.
Cuando te adentrabas más al interior podías notar un ambiente revuelto y denso.

Se distinguía, entre todos, a una pareja de góticos a los que siempre se les oía criticar a todos y a todo, lo normal entre ellos dos. Después se clasificaban a todos en grupos: los de música, los de astronomía, los de cocina...

Creo que fue la primera vez en la que me fije que el autobús era un cóctel y que todos eran aquel ingrediente especial. A partir de la mitad de aquel autocar pude sentir aquellas miradas que hacían que se te revolviesen las tripas y que si nadie se apartaba, alguien iba a ser empapado de restos de leche desnatada y cereales integrales. En otras palabras, mi vómito.

El autobús no dudó en ponerse en marcha de nuevo, eso hizo que mi impacto fuese muy brusco. Estaba segura de que mi almuerzo había sufrido daños. Me acomodé, era raro, pero me sentaba a unos dos o tres asientos al final del bus, sin tener problemas con nadie.

Pasó un aroma nuevo, algo así como a menta fuerte y seguro que si estaba muy cerca sentirías el frescor. Se sentó en el final. ¿Así de fácil? ¿Tan fácilmente logró llegar a sentarse en los últimos asientos? Por lo que se sabía, ahí se sentaban aquellas personas a las que todos repetan pero que a la misma vez todos odian, era un chico un tanto peculiar.

Me miraron de reojo unos ojos azules y con un reflejo de una persona fuerte y noble. Estaba claro por qué estaba ahí y no había que darle explicaciones a nadie. Pude presenciar en la chaqueta del uniforme aquella medallita dorada. Estaba en último grado, era más mayor que yo. Justamente dos años mayor. Cuando consiguió estar en un estado de confort se colocó en las orejas unos auriculares blancos.

Estaba prestándole mucha atención, ¿Me estaba gustando? No, gustar es una palabra fuerte cuando acabas de conocer a alguien ¡No! Ni siquiera le conozco, ¿Entonces qué? Mis nervios lograron enfocar su vista hacia mí. Mierda, ese jodido tío estaba buenísimo y desde ese día me miraría con ojos amenazantes. En realidad, le estaba acosando y no podía dejar de hacerlo.

Siempre una aventura (REEDITANDO)Where stories live. Discover now