perdida

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mi único temor


Desde pequeño él sabía cuál era el ideal de un ninja: luchar por su aldea así fuera a costa de su vida y por eso mismo nunca aspiro a vivir mucho tiempo. También sabía de memoria todas las reglas que habían en el mundo shinobi y en un momento de su vida estas fueron en lo único en lo que el creía. Unas eran fáciles de cumplir como: cuidar del armamento y siempre obedecer a un superior, sin embargo había muchas otras que solo los profesionales como él podían cumplir como lo era no tener temores. Esta era una regla que la gran mayoría del mundo shinobi no podía cumplir, pues la gran mayoría de los ninjas tenían algún miedo ya fuera antes, durante o después de una batalla; él por otro lado, había creído tener el orgullo de poder decir ''no tengo ningún miedo, ni llegare a tenerlo'' y vivió una gran parte de su vida con esa idea en mente, no le tenía miedo a los demás ni temía lo que pudiera llegar a pasar con él y siempre tenía la seguridad de que la aldea estaría a salvo con el hokague, así que no fue un tema que le atormentara, por sus alumnos tampoco llego a temer siempre supo que estarían a salvo y ahora que eran grandes ninjas el temer por sus vidas no era un tema a tratar, el perder su vida era una posibilidad y el tenia eso en claro, pero tampoco le asustaba, el siempre había pensado ''¿por qué temer mi muerte, si es parte de mi destino?'' así que, así le digieran que moriría al día siguiente no sentiría que se fuera a asustar, también se había vuelto muy resistente al dolor debido a las incontables veces que lo había sentido y que sabía lo sentiría. Eso tratándose del dolor físico. Del emocional no sentía mucho desde hace tiempo, pero aun así podía recordar que era algo demasiado horrible como para querer tenerlo, sin embargo aun así estaba preparado para él y no le temía. O eso creía.

Temor, eso que había estado tanto tiempo fuera de su sistema, era eso lo que lo recorría completamente ahora, a él, un ninja supuestamente sin ningún miedo, alguien que está preparado para todo, alguien que sabe que puede llegar el momento en que lo podría perder todo y aun así lo aceptaba, alguien preparado psicológicamente para ver cualquier escena sin sentir dolor, alguien que no debía estar sintiendo ''eso'' recorrerle el cuerpo y cubrir todo su raciocinio. Miedo, temor.

Corría lo más rápido que podía entre las frondosas ramas de los árboles, deseando ya haber llegado a su destino. veía como caían los blancos copos de forma suave, como si estuvieran realizando una danza, una hermosa danza que desde ese momento lo único que le recordaba era el momento en que sintió temor como nunca antes lo había sentido, ese momento en que volvió a él una sensación que no quería que volviera, una sensación que creía muerta.

Los árboles se habían acabado y ahora corría sobre la fría nieve que hacia un sonido particular al ser pisada. cada momento le parecía irreal, como si estuviera en un profundo sueño, aunque más que un sueño parecía una pesadilla, pero no lo era, no importaba cuanto había pedido eso, que solo fuera una pesadilla de las tantas que lo atormentaban todas las noches, solo una pesadilla en las que la culpa cubría su corazón y de las que despertaba ahitado y sin ganas de volver a dormir. Solo una pesadilla, eso quería que fuera e incluso ahora eso quiere que haya sido, pero no era así, esa no era una pesadilla la cual tendría algún final, no era una pesadilla de la cual se repondría con un abrazo de la persona que amaba, no era una pesadilla de la cual podría huir. Esa era la realidad que estaba viviendo, era cruda y fría, más que la nieve, pero era su realidad.

en cada paso que daba se sentía más liviano y cuando ya estuvieron cerca de su destino empezó a disminuir su velocidad, no quería, simplemente no quería llegar a ese lugar, ese lugar donde se encontraba su único temor vuelto realidad, su más grande pesadilla encarnada, algo que conocía hace poco que existía pero que odiaba, lo odiaba, lo odiaba, lo odiaba porque no quería aceptar que le temía, no quería aceptar que lo que le hizo disminuir su velocidad fue el miedo, el temor de llegar ahí, no, eso no era, solo se cansó del largo viaje, estaba cansado no.... asustado.

Cruzaba de nuevo un bosque pero de forma lenta, le exigía a su cuerpo acelerar pero este sabía que eso no era lo que realmente quería, sabía que era lo que le esperaba aun que lo negara ya sabía que era lo que le esperaba, pero... solo no quería aceptarlo, se negaba a aceptarlo.

Lo negaba una y otra vez en su cabeza, pero no pudo más que empezar a aceptarlo cuando el olor metálico atravesó su máscara y entro por sus fosas nasales anunciándole, al igual que todo lo demás, su irreversible destino. Corría de forma lenta y casi perezosa, queriéndose marchar del lugar y expresándolo con esta acción, pero sus acompañantes sabían bien que era lo que hacía al ninja más ágil del grupo detenerse de a poco, el miedo. El temor de perderlo todo.

Se empezaban a acabar las ramas de los árboles secos y se podía ver desde lejos la obra de arte que había sido creada hace no mucho. Piso de nuevo la nieve, esa nieve que tantas veces había visto. Varios recuerdos volvían a su cabeza, una vez casi muere congelado por esa inofensiva nieve, pero también había formado recuerdos bellos en ella. Siguió avanzando por ella enfocando siempre sus pies, incapaz de levantar la vista, pero no tuvo más opción que hacer esto cuando diviso la primera mancha color carmín.

Levanto su vista y lo vio, esa nieve en la que había formado tanto buenos como malos recuerdos, esa era la nieve que ahora era el lienzo de la escena que más lamentaría en su vida. La escena que nunca olvidaría en el resto de su lamentable vida. La escena en la que se dio cuenta de que lo había perdido todo, la escena que anunciaba que él ya no era nada, la escena que para muchos era lamentable, pero que para él, era como la muerte.

Todo su rostro se había mantenido frío debido al lugar en el que se encontraba, y eso hacía que la calidez de sus lágrimas fuera más notoria, recordándole que lloraba, que lloraba porque no podía hacer más, que llorara porque había llegado tarde, que lloraba porque había sido débil.

Cayó de rodillas sin poder evitarlo y coloco sus manos en el piso, se dio fuerza para ponerse de nuevo de pie y camino a donde estaba algo que le indicaba muchas cosas. al estar al lado de esto se dejó caer de rodillas y tomo el cadáver a un tibio entre sus brazos, se aferró con fuerza a él y lloro, lloro y se lamentó todo lo que había perdido, lloro aceptando todo lo que no volvería a tener, aceptando haber perdido muchas cosas, aceptando haber perdido los suaves roses de sus labios, aceptando haber perdido las tiernas caricias que le daba, aceptando haber perdido su calor, sus sonrisas, su alegría, aceptando haber perdido al amor de su vida. Y aceptando que tenía temor a como sería el mañana sin el a su lado.

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⏰ Última actualización: Nov 08, 2017 ⏰

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kakairu/ mi único temorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora