Capítulo 4.

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Notaba como me volvía a sonrojar.
Sasuke me miró fijamente.
- Te presentaré a algunos chicos y chicas de Konoha -propuso.
-¡Estupendo! -exclamé contenta-. Quiero decir... Volvió la mirada hacia el bosque, como si hubiera visto algo.
- Tengo un amigo -empezó a decir-. Es mi mejor amigo. Bueno, es un idiota total, pero es mi mejor amigo. En realidad está un poco loco. Te gustará. -¡Es estupendo! -volví a exclamar tartamudeando de nuevo. ¿No tendría la intención de que saliera con su amigo? -Se llama Naruto -continuó Sasuke, con la mirada todavía fija en el bosque. Uzumaki Naruto. -Rió con disimulo, como si acabara de recordar algo divertido sobre su amigo-. Los padres de Naruto tienen que trabajar cada viernes por la noche -siguió Sasuke-, así que siempre aprovechamos para reunirnos unos cuantos en su casa y hacemos una especie de fiesta. ¡Es bestial! A veces nos desmadramos un poco. -¡Estupendo! -exclamé. ¿Por qué no se me ocurriría algo más original?, me recriminé. ¡Cuántas veces podía repetir una persona la palabra «estupendo» en una conversación! Debe pensar que soy una idiota redomada.
-¿Te gustaría ir conmigo el viernes por la noche? A casa de Naruto, me refiero. -Sus ojos ónix parecieron iluminarse mientras esperaba una respuesta. -¿Te refieres a una cita? «Tranquilízate, Sakura -me dije-. ¡Como si nunca hubieras tenido una cita! En Konohatown tenías bastante éxito.» -Sí -contestó Sasuke con una mueca-. Una cita.  -Desde luego -dije-. ¡Estupendo!
Había vuelto a decir estupendo. - Estupendo -repitió él en voz baja. Dio una patada a la tierra del suelo y miró a las cascadas.
-Me tengo que ir.
-Yo también -añadí.
El sol se puso tras una gran nube blanca. Empezaba a refrescar, y las sombras se alargaban en el suelo.
Fuimos a buscar las bicicletas. Me sentía realmente bien. Hacía tan sólo tres días que había llegado a Konoha Falls, y el primer chico al que conocía, guapísimo por cierto, me pedía que saliera con él. «No está mal para empezar -pensé-. No está nada mal.»
Sasuke agarró su bicicleta por el manillar y se acercó a mí, llevándola de la mano. Nos encaminamos hacia el sitio donde yo había dejado la mía, al otro lado de las rocas.
Me sorprendió que la bicicleta estuviera de pie, apoyada contra una roca. Recordaba que la había dejado caer al suelo cuando eché a correr hacia Sasuke, creyendo que iba a saltar. «Qué raro», pensé, e inmediatamente solté un grito sofocado. -¡Vaya! Me arrodille para examinarla.
-¡Oye! ¿Qué pasa aquí? -grité. El corazón me latía a toda velocidad. Alguien había rajado las ruedas hasta dejarlas hechas jirones.
-No me lo puedo creer -dije entre dientes.

La Novia Muerta (versión sasusaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora