Parte 7.- Cenizas

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Papá no llegaba. Ya pasaban de las dos de la tarde y nada, él no aparecía. Cristian apenas la vio sola, corrió a su lado.

- Hola, ¿qué tal? -sonrió él, feliz de verla.

- Hola -dijo ella, algo fría. Esa mañana, después de pensar todo con más calma se había dado cuenta que lo mejor era alejar a Cristian de su vida. Que mientras más cerca estuviese de ella, lo ponía cada vez mas en riesgo. Que este juego, ya no era peligroso, sino que mortal.

- ¿Que ocurre? -dijo él, tomándole la mano.

- Cristian, creo que es mejor dejar esto hasta acá. Yo tengo novio. Y nosotros hemos hecho cosas que no debíamos.

- Lo sé, pero quiero que sepas que a mi me da igual que tengas novio, yo me conformo con estar cerca tuyo, jamás te haría daño -dijo él, con los ojos brillantes, emocionado- Mi corazón de verdad es sincero, si me dices que me cuelgue de un árbol, lo haré.

-No digas tonteras, no quiero saber nada de ese tipo de juegos estúpidos.

- Tamara, yo de verdad, te quiero, no, ni siquiera te quiero. Te amo. Yo te amo con todo mi humilde corazón.

- Yo no a tí -dijo ella, esquivando la mirada, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

- No es cierto.

- Es verdad, ayer estuve con Víctor. Vino a verme porque me ama.

- ¿Te ama? Mentira. No te creo, ese novio es inventado -dijo Cristian.

- No es inventado -dijo Tamara, mirándolo con rabia. - Nos queremos y me sacará de la casa de mi madre, me iré a vivir con él a Rancagua.

- Mentira -decía Cristian, llorando - Mentira, estás inventando eso, no entiendo por qué haces esto, de verdad... Yo no puedo traerte a vivir conmigo, como quisiera hacerlo, pero mi mamá me mataría.

- Yo soy un estorbo para la vida de todos... -dijo Tamara, evitando mirar a Cristian, que se secaba las lágrimas de los ojos.

- Para mi vida no lo eres, eres lo más importante. Quédate conmigo.

- No.

- Por favor... yo sé que sientes algo por mí...

- Te use, de verdad te use, quería sentir felicidad, quería saber que era tener una familia, pero te use por un rato, eso ya se acabó y ahora por favor, no me hables más, me vendrá a buscar mi papá.

- Y sigues mintiendo.

- ¡No miento!

De pronto, la bocina de un auto se oyó. Pero no era precisamente su padre, si no, la policía. Su madre venía en el auto.
- Hija, sube.

- ¿Mamá? -dijo sorprendida.

- Sube muchacha, tenemos que hablar.

Cristian la miró desconcertado.

- Te llamaré mas tarde -dijo él.

- No te contestaré.

El policía hizo que la joven subiera al vehículo y una vez en marcha, su madre le explicó algo que no quería escuchar.

- Esto parece una pesadilla. -dijo, entre sorprendida y apenada- Tu padre sufrió un incendio anoche en su casa. Dicen que posiblemente fue un corte de luz. Se quemó todo. 

- No es cierto... -dijo Tamara.

- Si hija. Murieron quemados los tres...

Tamara se cubrió la cara. Sentía que moría. Los malditos del juego habían destruido a su padre, a su mujer y su hermanastro. Hablaban en serio, todas las amenazas, todo. 

- Mamá, no fue un accidente eso... -dijo, entre sollozos- por favor, investiguen que pasó, estoy segura que no fue casual.

- Se están haciendo los peritajes para ver que ocurrió -dijo el policía- pero todo apunta a un corte, en donde probablemente algo hizo contacto y se incendió una cortina.

La mente de Tamara daba vueltas, sentía que se desmayaría. Victor hablaba demasiado en serio con sus amenazas, le daba igual todo, no tenía que perder, estaba en todos lados. Sólo debía seguir jugando, o buscar la forma de desaparecer de la faz de la tierra.

Esa tarde, mientras su madre se tomaba la última cerveza y se dormía en el sillón, Tamara salía en dirección al cementerio. Un whatsapp le había avisado que el gato negro la esperaba en el patio 29. Cuando llegó, ya comenzaba a oscurecer.

- ¿Hola? -dijo, pero no vio a nadie.

Un golpe seco la aturdió. Con la vista borrosa vio a un chico de unos 17 años, vestido de negro con la cara maquillada como un gato frente a ella, con una piedra en la mano.

- Por favor, no me mates... -dijo Tamara- No me hagas daño...

- Lo siento -dijo el chico, asustado- Si no lo hago, matarán a mi hermana...

El muchacho la amarró de pies y manos, y le selló la boca con cinta, mientras Tamara trataba de defenderse como podía.

El chico la arrastró hasta un agujero que recién estaba abierto, esperando a un cajón, y la tiró adentro.

- Te prometo que será rápido -dijo, mientras le empezaba a lanzar paladas con tierra, tratando de cubrirla.

Tamara pataleaba y trataba de sentarse, pero la tierra que caía en su cara la ahogaba, desesperada trató de soltarse pero todo movimiento era inútil

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Tamara pataleaba y trataba de sentarse, pero la tierra que caía en su cara la ahogaba, desesperada trató de soltarse pero todo movimiento era inútil. Cuando ya se había dado por vencida, alguien apareció tras el chico y lo golpeó secamente, dejándolo tirado sobre el piso.
Jamás imagino que alguien iría en su rescate.



El gato negro - Un juego de terror por WhatsappWhere stories live. Discover now