Entrada 3

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"...Y así como si nada, ella sonrió, sin demostrar el dolor que contenía, sin prestar atención a la sangre en la comisura de sus labios; sin dejar de mirar al frente, donde se hallaba el joven, quien temblaba aún esperando el dolor que nunca llego.

-Corre-

Ella susurro, y la sangre cayó de sus heridos labios sobre las manos del joven, a quien aún abrazaba.

Lo soltó lentamente, lo apartó con un empujón suave, le instó a correr y lo miró a los ojos.

-Yo ya no tengo más que vivir, no hay más porque luchar; sólo tú-

Él la miró, sollozó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, asintió y apretó sus puños.

-Te esperaré hasta el anochecer; no tardes-

Y con eso el joven corrió.

Ella sonrió, lágrimas resbaláron por sus mejillas y se mezclaron con la sangre en su barbilla.
Tosió un poco, miró la sangre en el piso, en su ropa, en sus manos.

-Iré tan pronto como llegues, mi niño-

Entonces la lluvia comenzó, desatando rojo por doquier. Ella fue paraguas, las balas fueron gotas, el niño era quien jugaba fuera.

-Corre, no dejes que te atrápen; para mi no hay nada, mis sueños fueron pisoteados, mis esperanzas robadas y mi imaginación evaporada. Pero tú aún tienes todo eso; por eso hoy seré paraguas de esta helada lluvia, para que tú llegues a lo que yo jamás: ser libre... Cuidate mi niño, te estaré esperando-




Y el paraguas se volvió tan sólo un recuerdo lleno de agujeros de una joven que protegió hasta la muerte al joven al que nadie apreciaba.

Nadie más que ella."

Ellos algún día, ella pasado, él mañana; hoy y siempre yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora