Chocolate

732 99 15
                                    

A muy temprana edad, Víctor Nikiforov había sentido tremenda fascinación y gusto por el chocolate, rayando en el fanatismo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A muy temprana edad, Víctor Nikiforov había sentido tremenda fascinación y gusto por el chocolate, rayando en el fanatismo. Esa deliciosa golosina; negra, blanca, en leche o de colores, de todas las formas existentes; maciza o rellena; dulce, amarga o semi amarga, con frutos secos, en pasteles, galletas, cubiertas, en barras, caliente o en pasta.

Desde un pequeño bombón, una taza de chocolate caliente, una barra de ese adictivo alimento o un pastel, hasta pastelillos, frutas rellenas, grajeas, deditos o cajas completas. Consumía este producto sin falta, pues, aparte de su delicioso sabor, le otorgaba una extraña sensación de felicidad, que lograba llenar un poco el vacío de su monótona y solitaria vida.

El chocolate era como su droga, no había nada más perfecto, que el poder degustar una deliciosa taza de chocolate caliente después de un pesado entrenamiento, o consumir una barra (o una caja completa) después de ganar una competencia, comer un pastelillo de este delicioso manjar al lado de su amado Makkachin cuando se sentía decaído, o comer fresas con chocolate cuando la soledad y la tristeza se querían apoderar de su ser.

Desde que, a sus dieciséis años, descubrió que en chocolate tenia el poder de relajarlo y de hacerlo sentir bien, empezó a consumirlo con mayor frecuencia de lo habitual, tratando de que no interfiriera con su rigurosa dieta de deportista, también buscó tener accesorios y prendas de colores similares a este, y relacionaba su consumo, preferencias de color al vestir y el patinaje, con el bienestar y las cosas que lo hacían feliz en esta vida.

Desde que, a sus dieciséis años, descubrió que en chocolate tenia el poder de relajarlo y de hacerlo sentir bien, empezó a consumirlo con mayor frecuencia de lo habitual, tratando de que no interfiriera con su rigurosa dieta de deportista, también...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La situación fue sostenible por un año más, pero, a medida que pasaba el tiempo, los chocolates que consumía tenían un efecto mucho más corto, casi inexistente en él, pues, tenia que consumir mucho más de los que consumía en antaño, para lograr el mismo efecto.

En ese mismo lapso de tiempo, también se había empezado a alejar de los demás, solo eran su mascota, su entrenador, su equipo y sus fans, pues, a causa de su talento, ni en su mismo equipo lo consideraban como un amigo, sino como un obstáculo, alguien a superar y un rival.

Un día, cansado de lo que estaba sucediendo con su golosina favorita, pensó, que quizás el problema era con el tipo de chocolate, y que lo a lo mejor, el chocolate de Rusia ya no satisfacía sus antojos como antes, por lo que decidió dedicarse a probar la gama de chocolates existentes en el mundo, y era algo que podía permitirse, pues el dinero que le había dejado su exitosa carrera deportiva, y los constantes viajes que realizaba a menudo se lo permitían.

ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora