Los tres jóvenes, Aulis, Toivo y Aleksis, eran muy agradables, aunque casi ni me conocieran. Aulis dijo que lo siguiera, pues tenía que presentarme a sus padres: Georgia y Leo Redmond, la casa era muy grande, por afuera no se veía tan grande, tenía cuatro habitaciones, las tres primeras para los que vivían en este lugar, y la otra para los que iban de visita. Estaba perdiendo a Aulis, pero dio un pequeño grito cuando un insecto paso a su lado, había encontrado a Aulis, pero tuve que ensuciar mis zapatos porque al jovencito no le agradaban los insectos, Aulis era afeminado, no importaba realmente... Algunas veces pensaba que tal vez Aulis quería algo con su propio hermano, y con solo pensarlo me daba algo, supongo que asco, no porque fueran dos chicos, era porque ambos eran hermanos, además, Aulis le hablaba a Aleksis tierna y provocadoramente, mientras que a Toivo le hablaba y miraba con frialdad. Aulis me había dicho que me quedara en un pequeño cuarto, realmente no era tan pequeño, pero tampoco era grande, tenía una puerta, la cerré, después escuche a alguien acercarse.
- Aulis.. ¿Dónde estas?-Un hombre preguntó, casi gritando- ¡Aulis!- ese hombre se acercó a donde yo estaba, abrió la puerta y me miro de pies a cabeza, me hizo sentir un poco incomoda, pero finalmente sonrió -¡Bernadette! ¿Eres Bernadette, cierto?- preguntó, un poco nervioso.
- Sí, soy yo..-Sonreí, en ese momento quise preguntarle muchas cosas, pero no creí que fuera buena idea, no ahora.
- Ven, sígueme, te presentaré a mi esposa.. Creo que ya conoces a mis hijos, y a su ''amigo'', ¿no?- acentí, empezó a caminar donde estaba una mesa con 6 sillas de madera, demasiado oscuras para mi gusto.
Por esas sillas, al lado, había un sillón donde se encontraba una mujer muy hermosa, de cabello naranja como las zanahorias, también tenia pecas, lo que me llamó más la atención fue el libro que estaba leyendo, iba a preguntarle el nombre del libro, pero decidí no hacerlo.
La mujer, Georgia, levantó su cabeza y me miró, parecía enojada, tal vez no le había agradado.
- ¿Esta quién es? -Preguntó, me enoje un poco, no me gustaba que cuando me hablarán me dijeran "esta".
- Es Bernadette, creo que te he hablado de ella. - La mujer sonrío, yo también lo hice - ¡La que había matado a alguien mientras robaba!- Dejé de sonreír, él recordaba eso, no me agrado para nada.
-Sí, sí, me has hablado de ella. Es muy tarde.. Bernadette, ¿quieres comer algo o prefieres irte a dormir? Nosotros saldremos, así que cuando nos vayamos ya no te podremos servir nada... -Tenía hambre, y mucha, pero ni quería que hicieran cosas por mi, negué con la cabeza.- Bien, nos vamos, te dejaremos las llaves, las necesitarás- se fueron.
Me senté en el sillón donde anteriormente estaba Georgia. Se escuchaba como alguien gemía, no podía hacer nada, o tal vez sí, pero no sabía. Sólo ignoraba esos sonidos, claro, en vez de hacer algo los ignoro, pero tampoco era extraño, a mi no se me daban las buenas ideas. Tal vez si me acercaba al lugar de donde provenían sabría quiénes son.
Abrí la puerta lentamente, no quería hacer ningún ruido, me descubrirían y no quiero que me descubran.
Ellos, eran Toivo y Aleksis, al parecer sabían que Georgia y Leo saldrían pero no que yo me quedaría. Me aleje de la puerta y la cerré, tratando de aguantar la risa, camine hacia el sillón de antes y ahí fue donde me empecé a reír. Inesperadamente, me dormí.
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Estaba caminando en un mercado, realmente no sabía a dónde ir, estaba perdida.
Apenas ahora me doy cuenta de que estoy usando un vestido azul, no tan largo, cómodo.. También tenía un arco, sin flechas. Cuando caminaba las personas me veían mal, no me gusta que hagan eso.
Llegué a un lugar oscuro. Sólo se veían los ojos de las cosas que estaban ahí, comencé a asustarme, pero no me importo seguí caminando hasta toparme con una puerta, cerrada. Tenía que abrirla. Al abrirla sentí un olor a acre.
Aunque tuviera miedo "investigue" un poco el lugar, sin haberme dado cuenta había llegado a la cocina, cualquier cosa que viviera aquí obviamente era rica, o puede que me equivoque.. En el centro de la mesa de madera que estaba en la cocina estaba un vaso lleno de agua, la tomé, sabía amarga pero me la acabé. Mis piernas empezaron a temblar cuando algo detrás de mi me había hablado con una voz gutural. Volteé, era una criatura amorfa. Cuando iba a hablar todo se volvió blanco...
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- ¿Qué pasó?