» Uno.

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El ruidoso y molesto sonido del despertador me sacó de mis hermosos sueños. Como pude, lo apagué y me levanté de la cama; tenía que irme a la universidad, y después, a la cafetería, que no cerraría hasta las ocho.
Algo me dice que no voy a pasar él examen de mañana.

Revisé las notificaciones que tenía en mi móvil, al no ver nada realmente importante, decidí caminar –más bien, arrastrarme– hasta el baño.

— Parezco un muerto. —hago una mueca y río al ver mi cabello completamente desordenado, y él poco maquillaje que tenía regado por doquier.

Me desnudé y entré en la ducha, y seguidamente sentí él agua caliente pasar por mi cabeza, hombros y él resto de mi cuerpo. Lavé mi cabello y enjaboné mi cuerpo, mientras cantaba «Havana».
No sé ustedes, pero soy adicta a esa canción, la amo.

Salí del baño con la toalla blanca alrededor de mi cuerpo, escojo un vestido rojo informal, unos converse y mi bolso. Ya estaba llegando él verano, por fin: hola playa, adiós estudios.

O bueno, más o menos. También tendré que trabajar, quiero mudarme a un piso más lindo en un departamento que está cerca de mi trabajo y de las tiendas de ropa, sí, las necesitaba, pero también necesitaba estar cerca de la cafetería si no quería más retrasos y me echaran.

Terminé de vestirme y saqué de la nevera un tarro de café en leche, es raro: odio él café caliente, pero frío, es una maravilla. Raro, lo sé.
Saqué un croissant y desayuné con rapidez, tomé mis cosas y, no sin antes mirarme al espejo y revisar que todo estuviera orden, salí del departamento.

                                     •••

Las clases fueron realmente aburridas, como de costumbre, la verdad. Me despedí de Lesslie, mi mejor amiga y de Aaron, mi mejor amigo completamente gay y un experto en moda. Fui directamente a la cafetería, me puse él delantal y empecé a atender a las personas, la mayoría eran universitarios o alumnos de instituto. Pero había alguien en especial.
Es un chico de cabello castaño, ojos miel, y cada vez que sonríe unos hoyuelos se forman en sus mejillas. Siempre viene, todos los días a las cuatro en punto, a excepción de los domingos, ese día viene a las seis. Siempre trae su ordenador y unos libros, o simplemente él ordenador. Suelo atenderlo la mayoría de veces, al principio Leonardo —dueño de la cafetería— pensaba que era un acosador, y un día incluso le hizo preguntas extrañas al pobre chico, que dejó de venir todo un mes. Fue gracioso.

— Buenas tardes, ¿café cortado con croissants? —pregunté. Me sabía al pie de la letra lo que pedía siempre.

— Sí, gracias. —alzó la vista de su libro y me sonrió.

— De nada. —me giré, y antes de avanzar al mostrador para pedir él café y él croissant, di media vuelta y lo miré. Casualmente él también lo hacía.— ¿Cuál es tu nombre?

•••

aquí está. ahre. ésta historia fue creada ayer, subida en 'sweek', dónde subo historias, copio y las pego aquí, para que las podáis leer. espero que os guste, pronto habrán más. ♡

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⏰ Última actualización: Nov 12, 2017 ⏰

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