El castaño cruzaba la verde pradera con una sonrisa en los labios.
En la mano izquierda llevaba un ramo con diez flores, cada una representaba un mes.
Mientras alegremente paseaba por el espacioso prado, tarareaba una canción, no tenía un ritmo en especial, entre que silbaba y cantaba. Trataba de componer una melodía para imitar el trinar de las avecillas que se encontraban por ahí.
Llegó el momento en el que divisó a lo lejos un árbol, más específicamente el árbol donde lo había conocido meses atrás.
Se emocionó y corrió con ganas a su objetivo. Estando ahí, colocó nueve de las diez flores bajo la sombra del árbol, tomó una entre sus manos y de a poco comenzó a arrancar suavemente los pétalos de esta.
"Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere."
Repetía la frase con ahínco mientras iba deshaciendo la figura naranja entre sus finos dedos.
Repentinamente paró su ciclo de palabras y acciones, terminando éste con un último pétalo y la frase "me quiere". Al instante su rostro se enrojeció y una sonrisa de conejo adornó sus labios.
"Enero. Jiminnie me quiere"
Regresó donde las otras nueve flores, depositó el tallo verde sin más color a un costado de donde reposaban pacientes las demás.
Tomó otra y repitió el mismo proceso; con lentitud despojaba a la inocente con la esperanza de volver a obtener el "me quiere" de la vez anterior.
Lamentablemente el destino es cruel, o eso pensó Jungkook al ver el negativo resultado de su segunda amiga sin más que arrancar.
"Febrero. Jiminnie no me quiere"
Su sonrisa de momentos atrás fue sustituida al instante por un adorable puchero acompañado de un ceño fruncido, totalmente lindo.
Nuevamente dejó el tallo al lado del que había depositado con anterioridad y tomó con delicadeza a la siguiente víctima.
Pasaban los minutos y de a poco eran más tallos que flores los que se hallaban bajo las esplendorosas ramificaciones del árbol sin nombre.
Al parecer el pequeño estaba al borde de las lágrimas, tenía cuatro veces "no me quiere" y tenía cuatro "me quiere". Las últimas claramente decidiría si Jiminnie no lo quería o si lo hacía realmente.
Miró al cielo y se sentó por primera vez en la tarde, disfrutando de la verde y azulada vista que daba el prado, con determinación tomó a la última flor, una de color blanco con el centro amarillo, que se hacía notar entre las demás.
-Ojalá- con cuidado retiró de uno en uno los puros y blanquecinos pétalos de la flor. "Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere..."
Cuando hubo consumido todos los pétalos sintió que su alma le volvía al cuerpo.
"Septiembre. Jiminnie me quiere"
Tomó la última y recitó todo como en ocasiones anteriores. Para su sorpresa había tenido nuevamente ese resultado que tanto anhelaba.
"Octubre. Jiminnie me quiere"
A pesar de que sentía alivio porque su querido hyung lo quería, no podía evitar sentirse ligeramente decepcionado. Él deseaba que su mayor lo amara, que lo quisiera por sobre todas las cosas, no un cariño de esos que solo existen en palabras, no.
Con el semblante serio y dispuesto a irse a casa, comenzó a recoger de uno en uno los largos tallos en los que habían estado las pobres horas atrás.
Estaba dándole un último vistazo a la fresca sombra del árbol cuando una voz lo llamó.
-¡Kookie!- el ahora rubio le sonreía amistosamente mientras se acercaba a grandes pasos.-¿Cómo estás bonito?
Rojo de vergüenza debido al apodo el nombrado le contestó.-¡No me llames bonito Jiminnie-hyung!-Lo único que recibió en respuesta a aquello fue una enorme sonrisa por parte del mayor.
-¿Por qué no debería si es lo que eres?-Jimin se acercó un poco más al sonrojado rostro de la persona que amaba en secreto.-¿O acaso quieres que preste un espejo para que te veas en él?-
Con el corazón latiéndole a mil por hora, Jungkook le contestó.-¿Para que necesito yo un espejo si con verme reflejado en tus ojos me es más que suficiente?-Cuando finalizó de decir esa frase tan cursi, cayó en la cuenta de que lo que había dicho había sonado como un diálogo de esas películas de romance que veía con su madre los domingos.
Lo que él no sabía es que el rubio que lo sostenía entre sus brazos había tomado impulso a raíz de sus palabras para soltar todo lo que llevaba guardando desde el primer momento en el que se conocieron. -Jungkook yo...-
Jeon pensó que había dicho algo que no debía, por lo que se apresuró a separarse del abrazo que antes mantenía con su amigo y así poner sus manos en el pecho de Park.-Entiendo que te haya incomodado, lo siento...sólo que salió tan naturalmente que hasta a mí me asusta, me asusta que me gustes tanto, que no deje de pensar en ti y que tu fragancia se haya vuelto mi favorita. Me asusta lo que estoy sintiendo hyung, pero ¿sabes qué es lo que más me asusta? me asusta que mientras yo digo todo esto tú no lo tomes en serio o pienses en alguien más que no sea yo y...
Cuando Jimin escuchó las palabras que habían salido de su amor platónico, no pudo más y simplemente lo besó; sí, sí, todo tan malditamente cliché, pero saben una cosa, a veces lo cliché es lo que más te sorprende, lo que más te cautiva.
De apoco ambos se alejaron por la falta de aire, se miraron a los ojos y fue ahí donde los dos se dieron cuenta que en efecto no estaban locos, ni se trataba de un amor primaveral, eso era algo para siempre.
-Escucha Jungkook, sé que no podré hacerlo mejor de lo que tú lo has hecho, pero quiero que sepas que ese beso ha sido más que una forma de callarte o de jugar contigo...yo quiero que seas que...desde que nos conocimos me tienes loco Jeon Jungkook, me tienes a tus pies, no puedo evitarlo, eres como un ángel caído del cielo destinado sólo para mí. Teniendo todo eso en cuenta, quiero que sepas que te amo más que nada en mi vida-se arrodilló frente a Kook y con una sonrisa en los ojos y labios se atrevió a hacer esa pregunta-¿Te gustaría ser el novio de este pobre chico que ha caído ante tus encantos?-
El nombrado no supo que hacer, por lo que terminó abalanzándose a su chico a la par que depositaba pequeños besos en sus mejillas y repetía una y otra vez la misma palabra. "si"
Desde ese día el castaño supo que las flores hacían los mejores presagios y que tal vez, solo tal vez, un día le contaría esa historia a sus hijos a manera de cuento. Después de todo, ese mismo día, un trece de octubre fue cuando él y su ahora esposo, se habían declarado el uno al otro bajo un árbol enorme de dudoso nombre, con las flores y el prado siendo testigo de su creciente amor.
-Fluff special 1/?-