Esa maldita vieja.

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Era un día normal en el Thousand sunny, o bueno, tan normal como se podía ser en la embarcación de Mugiwara no Luffy, la ya muy conocida banda por traer desastres ahí por donde pasan.

El sol brillaba en su máximo esplendor y en el barco cada tripulante seguía su rutina diaria.

El capitán Mugiwara no Luffy y el médico, Tony Tony Chopper, escuchaban con atención cada una de las magníficas historias del Capitán Usopp, en esa ocasión se trataba de un clásico, la ocasión en que el valiente capitán Usopp derroto un centenar de monstruos marinos utilizando tan sólo el resorte de su resortera.

Por su parte, Nami, la navegante, tomaba el sol acompañada de su fiel amiga, Robin, la arqueóloga de la tripulación. Robin hojeaba sin prisa las páginas de uno de sus muchos libros, en realidad se trataba específicamente de un favorito de su colección.

Por otro lado, Sanji, el cocinero, revoloteaba alrededor de las dos chicas ya mencionadas, incluso si lo mirabas con atención podías distinguir como en cada uno de sus ojos se formaba un corazón, mientras que con gran entusiasmo y un tono meloso que a más de uno le parecería ridículo, ofrecía una bebida a cada una de las chicas; bebidas que por cierto sólo preparo para ellas, si los hombres tenían sed bien podían tomar agua de mar.

Brook el músico, como de costumbre tocaba una bella melodía, una de sus muchas composiciones y que a decir verdad armonizaban el corazón de cualquiera que escuchara a la distancia.

Por su parte Franky, el carpintero, disfrutaba de la composición del esqueleto, esperando con paciencia a que su turno en la torre vigía terminara; nadie podía desesperarse mirando al horizonte con un poco de cola en la mano.

Por ultimo pero no menos importante estaba Zoro, el espadachín, el cual dormía su tercera siesta del día, disfrutando de la húmeda brisa marina en su piel.

-¡Tierra a la vista!- Un grito interrumpió la calma de la mañana y todos y cada uno de los tripulantes dejaron de lado lo que sea que estaban haciendo, incluso Zoro despertó de su profundo sueño.

-¡¡¡Aventura!!!- grito el pequeño capitán con gran emoción, saltando directamente a la proa del barco, impulsado por sus brazos elásticos.

Habían pasado ya varias semanas desde la última vez que habían pisado tierra y aunque la hábil navegante intuía que pronto llegarían a una isla, la complejidad del nuevo mundo le impedía decir con exactitud cuando eso sucedería.

Esa era una de las muchas razones por las que al escuchar el grito del ciborg todos se acercaron con gran emoción.

No se podía vislumbrar mucho, pero una pequeña franja gris ya se formaba al horizonte.

-¿¡Qué clase de isla es Nami!?-Pregunto el pequeño capitán que aún no cabía en su emoción.

Nami, la cual ya había investigado su destino en la anterior isla sonrió -Es una isla comercial llamada Rushe-

-Una población de aproximadamente 10 000 personas, son un pueblo pacífico- Añadió la siempre bien informada arqueóloga.

-¡Genial!- Respondió el capitán, que aunque le hubieran dicho que era una isla habitada por monstruos hubiera respondido lo mismo.

-Escuche por ahí que es famosa por sus aguas termales y saunas, desde hace tanto que mi piel necesita de algo así- La ilusión se veía clara como el agua en los ojos de Nami y la arqueóloga sonrió.

-No hay base de la marina, así que podremos estar tranquilos Capitán-san- Añadió Roben tranquila y Luffy sonrió de igual forma.

-Parece que esta vez podremos SUPER descansar- Concluyo Franky junto a una pose ridícula y los demás no podían estar más de acuerdo.

Destinados a estar juntos (One Piece)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora