Parte única.

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Cierro los ojos.

Su melodiosa risa inunda mis oídos, podía ver como sus ojos desaparecen, dejándome a la vista esa tierna imagen, donde estos parecían dos lunas. Trata de ocultar su sonrisa con el dorso de su mano, cada vez que lo hacía, quería decirle que se detuviera, que su sonrisa es la más linda que he visto jamás, pero ya es una costumbre que tiene desde que lo conocí y pedirle que lo cambiara, seria un total fracaso.

—No sabía que unas simples burbujas te hacían feliz— Muestro mi sonrisa, observando concentrado como soplaba las esferas de agua y jabón que estaban en el aire.

—Burbujas y tu compañía, es la mejor combinación para hacerme feliz— Corrige, desviando su mirada hacia mí.

Los abro y estoy en el mismo lugar, en la sala de estar de nuestra casa, solo que él no está y ya no es nuestra casa, sino que mía.

Algo mareado me levanto del sofá, no sabía qué hora era, pero tenía hambre. Si estoy haciéndome el desayuno, el almuerzo o la cena, no lo sé, solo quiero saciar mi apetito para irme a mi cuarto, tenía unas ganas horribles de dormir.

Rompo los huevos uno por uno, con paciencia y lentitud, nadie me apuraba.

—¡Voy a llegar tarde JungKook-ah!— Escucho su voz desde nuestro cuarto, mientras que trato de romper los huevos con rapidez y comenzar a revolverlos en la sartén.

—¡Hago mi mejor esfuerzo!

Todas las mañanas era una carrera contra el reloj, nos quedábamos hasta tarde juntos, jugueteando y haciéndonos mimos, reduciendo nuestra horas de sueño, causando que en las mañanas todo fuera un desastre como ahora mismo.

Con agilidad, sirvo los huevos revueltos en dos platos y dos tasas de café bien cargados, por lo menos me servia para estar más despierto durante el día.

—Ya está— Alzo la voz, provocando que al segundo apareciera acomodando su corbata.

—Eres un sol JungKook.

Suelto un suspiro bajando mi vista al sartén, los huevos estaban todos mal fritos, al no haber tenido toda mi concentración para hacerlos bien. Resignado, prefiero comerlos así antes de no comer nada, mi refrigerador estaba tan vacío que desperdiciarlos era un suicidio para mí.

Sentado solo en la pequeña mesa de la cocina, como en silencio, en mi celular no tengo nada interesante como para estar viéndolo y tampoco quería escuchar música. Me estoy acostumbrado a ser solitario, me gusta estar en silencio y dejar que mis pensamientos divaguen, en cualquier área, menos en mis sentimientos.

No tardo en comer, tenía demasiada hambre. Dejando el plato junto con toda la torre de loza sucia, camino arrastrando mis pies hacia mi cuarto, donde me dejo caer en la cama sin más. Alrededor de esta, había ropa tirada en el suelo, en su mayoría sucia, sabía que debía levantarla y lavarla, pero prefería estar todo el día hundido en mi propio mundo.

Mientras que apoyo mi cabeza en una almohada, ocupo otra para abrazarla. La costumbre.

—JungKook-ah, abrázame por favor— Escucho de manera vaga, sintiendo como me sacuden suavemente.

Abro mis ojos, encontrándome con esa cabellera rubia totalmente desordenada y unos labios abultados en forma de puchero, sus ojos me miraban algo somnolientos, pero exigentes. Solicitaba mis brazos alrededor suyo.

—Eres bastante consentido, ¿lo sabes?— Susurro ronco, haciendo su pedido, cierro mis ojos nuevamente, debían ser las 3 o las 4 am.

—Soy tu consentido.

Rewind →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora