Pacto.

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Nos sentamos en cada punta de la estrella.
Cada uno con una vela negra en sus manos.
Pronunciamos las palabras, llamando al espectro.
Él apareció.
Nos advirtieron no llamarlo.
No convocarlo.
Pero, sin embargo, lo hicimos.
Vendimos lo más importante y caro que teníamos.
Nuestras almas.
Si no hubiéramos caído en tentación.
En este momento no estaríamos, sufriendo durante la eternidad.

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