El principio, como cualquier otro.

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La pequeña siempre fue tímida ; No apreciaba el contacto con nadie sin que fuese con un fin exclusivo.

Un frío recorría  mi columna cada vez que ella me miraba, con sus ojos grandes y delicados.   Veía en ellos una mirada de terror y tristeza absoluta.

Podía apreciar sus movimientos erráticos, que por alguna razón yo sentía que intentaban hacerla correr desesperadamente. Cuando por atrás de las altas rejas que rodeaban su jardín

Me acercaba a mi soñada niña, solamente cuando aquella eminencia, vestida de largos y decorados vestidos con colores bellos pero desgastados, se retiraba, aunque siempre se alejaba de mí y corría otra vez hacia su madre, su majestad.

Mi princesa, la cual tanto me intrigaba, cayó en una grave enfermedad. La piel de sus brazos y piernas se había comenzado a carcomer, dejando como rastro heridas, de donde borbotaba sangre formando lagunas. Las heridas cada vez se hacían más grandes y profundas, pudriéndose a medida del tiempo. La sangre empezaba a transformarse en coágulos negros, que se desprendían todos los días, la laguna pasaba a ser un escenario digno del infierno. A pesar de esto, ella no decía tener dolor, sino una picazón insaciable.

Un día entre tantos, las heridas se esfumaron de sus pequeñas extremidades, como una tela siendo retirada, su piel estaba en completo buen estado,sin dejar rastro. Todo esto dejó severas dudas a su madre, ¿Cómo pudo haber sucedido esto si anteriormente este mal había tomado hasta su hueso? 

Todo parecía estar en completo orden.
Su madre realizó una celebración por la curación repentina de su hija.
Asistí a esa ocasión, le llevé un gran regalo e iba con una propuesta entre manos.
Aún teniendo ella 10 años y yo 17, quería pedirle la mano, quería que Amelia, la pequeña que a mis ojos se veía como un ángel, fuese mi esposa.  


pero sucedió que en una taciturna tarde del mes de Noviembre, la niña se me acercó con un fin, con esa exclusividad que la caracterizaba; Se me acercó únicamente para decirme que le dolía, le dolía su cuerpo y su cara tenía un ardor anormal, decía que se moría y que no aguantaría por mucho el estar en esta situación, era extremadamente aguda su sensación.

Otra vez empezó a surgir esa maldición, como si de etapas se tratara, esta vez tomó su cara, su piel empezó a mancharse con tonos  extremadamente rojizos y con brotes color violeta. En ese momento, su eminencia no quiso esperar hasta que aquella tragedia se repitiera, por tanto acudió a todos los médicos posibles, para que identificaran esa extraña enfermedad.

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⏰ Last updated: Jun 19, 2018 ⏰

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La última cenaWhere stories live. Discover now