Prólogo

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Era un día fresco y soleado, las aves cantaban, los niños jugaban y sus madres conversaban, era un maravilloso día según todos, en especial para un joven de ojos violetas y azabaches cabellos quien caminaba por las calles alegre acompañado de su madre, una mujer hermosa de apariencia delicada y bien dotada, de rubia melena y ojos de un tono azul cristalino en contraste a los de su hijo, con quien entablaba una animada conversación. Pasearon durante horas disfrutando y bromeando hasta que el sol se puso y tuvieron que regresar a su casa. En el transcurso de la caminata de vuelta iban tranquilos de la mano, hablando de pequeñeces o planeando la cena y posibles planes del día siguiente cuando se toparon con una construcción de un nuevo edificio, se decía sería el más alto de la ciudad, pasando frente esta, a unos 20 metros de distancia, en la altura de una grua mecánica, un humilde obrero que la manejaba, exhausto de tanto trabajo pesado sin descanso alguno, cegado por el sueño cayó sobre la consola de mando, presionando botones con su cuerpo y creando un caos, dejo que soltara un enorme barrote de hierro macizo con un trayecto directo justo hacia ellos, Alex, el joven de cabellos oscuros, en una mirada casual hacia la construcción notó con rapidez el peligro, por inercia o instinto empujo a su madre lejos de la escena. El barrote cayo, golpeando así al muchacho a lo largo de su persona hiriendo y aterrizando en su pierna derecha. El chico en el suelo se encontraba aturdido y desorbitado, su vista se torna borrosa, su respiración pesada y entrecortada, cientos de imágenes irreconocibles se posan en su mente, de pronto, queda inconsciente. Alarmas, sonidos secos, gritos, era todo lo que escuchaba, todo estaba negro, no veía en lo absoluto solo podía escuchar algunas voces lejanas y borrosas junto a muchos sonidos aturdentes, se sentía mal, solo sentía dolor en todo su cuerpo, estaba mareado a pesar de no ver nada, quería vomitar, pero no podía. Las voces empezaron a ser más claras, sus párpados dejaban de pesar y lograba abrirlos poco a poco, todo es borroso, como si abriera los ojos bajo el agua, pero mediante varios parpadeos se vuelve todo más nítido, un hombre con una mascarilla blanca y una especie de gorro se posa frente a él apuntándo le a los ojos con una linternilla, éste le hace varias preguntas en busca de alguna señal de consciencia, pero su mente no consigue las respuestas, aturdido y mareado hace lo posible por responder aunque sea si nombre, pero sin poder mantenerse mucho mas despierto vuelve a perder el conocimiento.

Todo volvía a ser oscuro, no había ni un suelo ni un techo, tampoco paredes o alguna superficie en sí, era como si se encontrara flotando ahí nada más, pero a diferencia de antes ahora no sentía dolor en lo más mínimo, es más, se sentía como nunca antes, sin malestares, ni dolores, como si saliera recién de un spa de alta relajación y todos sus males y preocupaciones se esfumaran junto a su estrés, pero poco duro su serenidad, tras de horas o incluso días, recobraba el conocimiento y junto con este el inmenso dolor de antes pero con mucha más intensidad que en un principio, su torso ardía, su cara estaba hirviendo y ni siquiera podía mover las piernas, apenas y podía moverse un poco sin sentir como si con cada movimiento le golpearan con un bat de baseball. Poco a poco abrió los ojos, estos los tenía secos y ardían, en uno de ellos ni siquiera podía ver, aunque no le dio tiempo de entrar en pánico, en lo que había logrado sentarse en la camilla de esa blanca habitación entro un hombre alto de apariencia seria y un tanto desganada de achocolatada mirada y un cabello oscuro mezclado con alguna que otra cana rebelde revuelta en estos, el hombre al notar al alarmado joven despierto rápidamente cambio su seria expresión a una más suave y delicada.

-Hola Alex- Se acerco con una sonrisa hasta quedar a un lado del chico y sentarse en la orilla de la camilla- Soy el doctor Elías, debo admitir que fue un milagro que sobrevivieras, por poco y te perdemos en un par de ocasiones- soltó una leve risa nerviosa- Me alegra que ya hayas despertado, como veras estas en un hospital y yo estoy encargado de atenderte- Volvió a sonreír.

-¿Que me pasó?- Se atrevió a preguntar sin rodeos ni preguntas asfixiantes. El Doctor Elías suspiro y su expresión volvió a ser seria.

-Tuviste un accidente poco común, te encontraron desmayado y cubierto de sangre frente a una construcción con una viga encima, al parecer quien controlaba la grúa que sostenía esa viga se quedo dormido y cayó sobre el tablero, repito, fue un milagro que sobrevivieras- Miro de reojo a Alex para notar su expresión, era entre incredulidad y fastidio, eso le sorprendió mucho se esperaba una reacción un tanto más contundente, llanto o tal vez pánico, pero no una reacción tan seca como esa, tal vez solo estaba en shock debido a tal notica por lo cual dudó si contarle las consecuencias a que se salvara o si dejar que se recuperara un poco, pero al notar la mirada severa de este hacia su persona se decidió.- Alex, una viga muy pesada cayó desde muy alto sobre ti, pero no todo de ti se salvo...-tomo aire- La viga cayó exactamente sobre tu pierna derecha, golpeó parte de tu abdomen y rasguñó profundamente el lado izquierdo de tu cara- Volvió a verle y noto cierta sorpresa en el, pero aun persistía la indiferencia hacia su estado actual- Lamento informarte esto pero, la viga destrozó tu pierna por lo cual debimos amputarla y ponerte una prótesis- Finalmente dijo con tristeza, le vio una vez mas y nuevamente se sorprendió ante la reacción del joven, este solo suspiró y se recostó.

Love Me Like I A'm  [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora