Capítulo 1

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-Se confirma que en el accidente en la construcción del "Le fossé de l'ange" un chico de 16 años resulto gravemente herido. Fue llevado al hospital central en donde se encuentra en una rigurosa batalla contra la muerte. Nuestros especialistas en la escena nos informan que han pasado 5 horas en quirófano y no hay noticias de la situación del joven, se sospecha que dure un par de horas más hasta que se dé a conocer el estado del joven. En otras noticias....- Se escuchaba en todas las televisoras de la zona, para nadie había pasado desapercibido aquel incidente, pero pocos sabían lo que estaba ocurriendo en ese hospital a tan altas horas de la noche, en ese quirófano y lo que ocurrió horas después. En una camilla de una habitación de hospital, para ser exactos, del hospital central, se encontraba Alex, después del leve desangramiento que le condujo a perder la conciencia habían pasado alrededor de cuarenta minutos en los que el doctor Elías, quien era el encargado de atender a Alex, había pasado explicándole con suma delicadeza y tacto la situación de este y la de su madre a aquel hombre robusto de seria apariencia que había entrado apresurado y agitado a la sala de emergencias del hospital. Su aspecto pasó de ser serio y profesional a uno demacrado y destruido, con tan solo un par de palabras lograron que eso pasara.

En lo que el doctor salía exhausto se topo con un hombre alto con cabellos negros como la noche y ojos violetas miraba preocupado al doctor.

-Me dijeron que mi esposa y tuvo un accidente, ¿dónde está mi mujer?- Decía alarmado mientras tomaba de los hombros.

-Disculpe, ¿Cómo se llama su mujer?

-Lisa, Lisa Chauchemar Rêve.

Tras escuchar ese nombre, el doctor tomo las manos de aquel hombre y las retiro delicadamente de sus hombros guiándole con la mirada hacia unas bancas. Dar la misma noticia dos veces seguidas no era tan fácil como lo parecía y mucho menos si era una tan trágica como lo era esta.

-Soy el doctor Elías, el que está a cargo del caso de su mujer, no sé muy bien como pueda decirle esto, em...

-William Chauchemar, doctor, solo dígame, ¿mi esposa está bien?- Una mirada angustiada y cargada de miedo se posaba sobre su persona, el doctor no sabía que decir, mejor dicho, no sabía cómo.

-Mire, Señor Chauchemar, su esposa llego sana y salva al hospital pero su hijo llegó en un estado crítico, era necesario la realización de varios trasplantes de órganos y transfusiones de sangre para poder salvarlo, claramente es algo imposible de lograr debido a la dificultad que conlleva conseguir donantes, en especial que fueran compatibles, su esposa lo era y ella estaba dispuesta a ser la donadora. Su esposa salvo a su hijo, lamento su perdida.

Con solo aquellas palabras habían logrado destrozarlo profundamente, su esposa estaba sana y salva, ¡estaba viva! Pero por culpa de su hijo ella ahora estaba muerta, ¿Por qué lo salvo? ¿Por qué? Él era un error, una condena procedente a una tragedia, y aun así, ella decidió criarlo, amarlo y ahora, salvarle la vida. Su mente estaba perdida en divagaciones y tristeza, las lágrimas nunca abandonaron sus mejillas desde el momento en el que le dieron la noticia, su mujer, su amada esposa ahora estaba muerta sin necesidad alguna.

Por otro lado, Alex recién recobraba la consciencia tras el colapso que tuvo, el dolor volvía y con el llegaron mareos, los recuerdos acerca de su madre eran presentes en todo momento, su malestar físico no era nada comparado con su pesar, su depresión en esos momentos era colosal, la culpa, la tristeza, el dolor, todo lo abrumaba, su mente no estaba tranquila, quería cerrar los ojos y que al abrirlo volviera todo a la normalidad, que despertara en la mañana de ese mismo día y pasar el resto de este abrazando a su madre sin intensión alguna de dejarla ir. En ningún momento notó la presencia de su padre en la habitación, estaba tan sumido en sus pensamientos deprimentes y desgarradores que lo tomo por sorpresa el ver a ese alto hombre tan, o incluso, más golpeado y destrozado que él, sentimental y mentalmente hablando. A paso lento se acerco a él y se sentó en el borde de la camilla, con la mirada en el piso y las manos apoyadas a cada lado, se tomo unos momentos para relajarse y centrar sus pensamientos para poder formular las palabras sin que la voz se le quebrara o cometiera alguna estupidez por culpa de sus emociones impulsivas.

-Así que... La salvaste- Finalmente dijo, con la voz lo más firme que su estado le permitía.

-Eso intenté.

-¿Intentaste?

-No lo logre, ella ahora no está aquí y es mi culpa- No pudo más y su voz se quebró, sin embargo no lloró.

-...- Por fin volteo verle, a pesar de todo, a pesar de nunca haberlo deseado y de sentir inclusive repulsión por él, no podía evitar que se le estrujara el corazón al ver lo mal que estaba, ver los vendajes manchados ligeramente de sangre, las ojeras bajo sus irritados ojos y la cantidad de golpes esparcidos por las zonas visibles de su cuerpo le rompían el alma. Desde que supo de su estado no había deseado verlo, en un principio por el hecho que le daba igual lo que pasara con él, pero también sabía que era el deseo de su mujer el que él viviera lo hacía flaquear y el pesar de la perdida le daba pensamientos impulsivos y dañinos hacia el joven, hasta que al fin pudo calmarse un poco y enfriar su mente no se había acercado ni un paso hacia la habitación, pero todos sus pensamientos violentos y llenos de veneno se esfumaron al verle.

Alex no sabía que pensar, su padre no dejaba de verlo con aquella expresión, era una mezcla entre dolor y sorpresa, no lo sabía en realidad, todo era confuso, esperaba alguna crítica pasiva agresiva hacia su persona debido a la muerte de su madre, aunque nunca pensó que ese hombre siquiera pensara en ir a verle, él solo se quedo quieto, bajo la mirada y apretó las sabanas con sus puños mientras se volvía la mente un lío, desde hace rato el dolor físico había pasado a segundo plano y olvidado, no se dignaba a prestarle atención a las sensaciones de su cuerpo hasta que un tacto ajeno y desconocido se poso a su alrededor, alzo la vista y abrió su ojo, no lo creía, su padre le abrazaba. No se hizo esperar y con el alma por el suelo se aferró a él, se prometió nunca llorar en su presencia porque nunca quiso mostrarle lo frágil que podía llegar a ser, pero en ese momento era inevitable, se dejo ser y lloró, lloró con la intensidad que se había prohibido y con las ganas que había ocultado.

- Lo siento, lo siento, lo siento- repetía una y otra vez, su padre, William, tan deshecho como él solo negaba con la cabeza y le abrazaba con la poca calidez que aún le quedaba.

-Está bien, no es tu culpa, la salvaste, fue su decisión, no te martiries con ello- Logro decir con un hilo de voz y una leve sonrisa triste- Ella quería que tu vivieras, así que hazlo por ella.

Y así, en un abrazo que trataba de llenar aunque sea un poco el gran vacío que había en ellos, por fin consiguieron tener su consciencia limpia y quitarse, aunque sea, un pequeño peso de encima. 

Love Me Like I A'm  [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora