Ride » n.s | one shot|

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The A Team-Ed Sheeran

Era una noche lluviosa en Londres, al igual que la mayoría del tiempo aquí. Conducía mi viejo auto por una calle poco transitada, intentando llegar antes de que la tormenta comience. Las gotas chocaban cada vez más fuerte contra el vidrio, y el limpia-parabrisas estaba a su velocidad máxima.

Me detuve en un semáforo rojo, y al mirar a ambos lados de la calle, encontré a un chico bajo la lluvia. Llevaba unos pantalones ajustados, y al ver mi auto estacionado, caminó meneando las caderas hasta allí. ¡Oh Dios! Por favor dime que no era lo que yo creía. Con las manos temblorosas bajé la ventanilla, tal vez todo era un malentendido.

-Hola guapo- susurró con una sonrisa seductora, pero en sus ojos vi algo más. Algo que reconocía en los míos propios. Tristeza.

-Y-yo no- las palabras no me salían, y tartamudeaba lentamente.

-Por favor- su voz se quebró cuando me habló, y detrás de él pude ver a un hombre de metro ochenta, con los brazos cruzados y mirada amenazadora, observando todo.

En ese momento comprendí la situación. Mi cara se transformó en una mueca de disgusto, e intenté dedicarle mi mejor sonrisa. -Sube- dije destrabando la puerta, a lo que él dio vuelta al auto para luego sentarse en el asiento del copiloto.

Arranqué y él únicamente miraba por la ventana, si no fuera por la lluvia, no se escucharía ni un ruido. De vez en cuando lo miraba, pero luego me quedaba callado, ¿qué decirle a una persona en esa situación? Yo no tenía una vida perfecta ni mucho menos pero, afortunadamente, nunca me faltó un techo, una comida, nunca estuve vendiendo mi cuerpo en la calle, ni me arrancaron de mi propio hogar. Suspiré pesadamente y negué con la cabeza, ¿cómo podía existir gente que se dedicara a secuestrar personas y "alquilarlas" sólo por una moneda extra? No lo entendía.

Coloqué la llave en la cerradura y la giré, dejando pasar al rubio. Entró con un poco de temor, mezclado de confianza, después de todo, apuesto a que lo había hecho mil veces. Cerré la puerta detrás de mí, y cuando me di vuelta, noté que se estaba quitando la remera.

-¿Q-qué estás haciendo?- la garganta se me secó y tragué saliva con dificultad.

-¿Acaso no es obvio?- elevó una ceja, y yo negué con la cabeza. -Mi trabajo- tiró la remera al suelo y comenzó a caminar lentamente hacia mí.

-Yo no te traje para eso- la confusión en su rostro era evidente, pero noté que estaba más relajado. -Lo hice para que, por lo menos por una noche, puedas dormir tranquilo en una cama, tomar una ducha caliente, comer algo- dije luego de que vi su abdomen, en el cual se le marcaban las costillas. -¿Hace cuánto que no comes?-

-No lo sé. Un día y medio, tal vez dos- pronunció con la cabeza gacha y yo sentí las lágrimas acumulándose en mis ojos.

-Y, ¿qué te gustaría cenar?- sus ojos brillaron y se mordió con fuerza el labio inferior.

-¿Sopa? ¿Estofado? ¡No, ya sé! Pizza- parecía un niño pequeño.

-¿Quieres tomar una ducha mientras preparo la comida?- él asintió y le indiqué donde estaba el baño. Esta sería una larga noche.

-Gracias- murmuró mientras se limpiaba la salsa que le había quedado en la comisura de los labios. Yo le sonreí y comencé a levantar los platos y limpiar la mesa. -¿Por qué me ayudas?- y la pregunta llegó.

-Porque entiendo por lo que pasas- encongí los hombros y continué. -Mi madre pasó por lo mismo, soy hijo de un cliente- reí amargamente y su rostró se transformó.

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