Mi alarma sonó justo a las 6:45 de la mañana, lo que significaba otro día en la cafetería. En realidad me tocaba unas clases importantes en el instituto, pero estaría en la cafetería hasta la hora de comer y ya me iría a las clases.
Me senté sobre la cama para luego volverme a caer en ella. Mi cara quedó enterrada en la almohada y poco a poco me iba quedando sin respiración.
Escuché un "boom" procedente de la habitación al lado de la mía. Ni siquiera me sorprendí con el ruido estruendoso que causó mi vecino hiperactivo Hinata Shōyō. Ese hombre no podía estar en un sólo sitio sin haber hecho cinco volteretas mortales y haber corrido diez vueltas a un estadio de fútbol.
Hinata tocó la puerta de mi habitación y pasó antes de que yo le diese una respuesta. Se acercó a mí y me dijo, muy cerca de mi oído:
-Polina-chan~ ¡despiértate!
Solo esas palabras bastaron como para que un escalofrío recorriese mi espalda y mis mejillas se sonrojasen.
Aunque Hinata fuera mi vecino molesto, era un chico muy atractivo aunque no demasiado alto, de pelo anaranjado y de ojos almendrados.
Era bloqueador central en un equipo llamado Karasuno, el equipo de volleyball de la ciudad.(Hinata Shōyō)
(Mi hermano, Kei)
Empecé a resbalar de mi cama, hasta caer a los pies de Hinata como una marioneta sin hilos.
-¡Levántate, maldita vaga!- me gritó Hinata. Es increíble como una persona pueda pasar de "amable y mochi" a "me cago en tu vida".
-¿¡Cómo osas decirme eso, maldito enano?!- le grité mientras lo comencé a perseguir para darle unas hostias.
-¿Yo? ¿Enano?- se giró y se acercó para que yo pudiese notar la diferencia de altura al estar al lado suyo. Hinata no era muy alto para jugar al volley, pero comparado con una chica de 1,59 como yo, se podía ver la clara diferencia.
Me aparté de él de un salto y puse mis manos en guardia.
-¿Q-Qué pasa? ¿B-buscas p-p-pelea?- dije tartamudeando con mis brazos todavía en alto.