A Marinette le daba una sensación muy curiosa estar en la cúspide de la Torre Eiffel. No porque no lo hubiera hecho antes, sino porque era la primera vez que lo hacía sin estar transformada en Ladybug. El telón de seguridad que le daban sus poderes no estaba, así que sentía una extraña tirantez en el estómago. Sin embargo, no sentía miedo alguno. No podía hacerlo cuando iba a la espalda de Chat, que la tenía bien asegurada con su brazo mientras con el otro se mantenía firmemente sujeto a la estructura metálica de la torre, con ayuda de su barra metálica.
El aire frío le acariciaba la piel al descubierto y tiritó. Su ropa era demasiado fina para estar en la cumbre de la torre a esas horas de la noche.
—¿A que las vistas son fantásticas? —preguntó Chat de pronto, dirigiendo su vista a la ciudad nocturna.
Todo el centro de París era visible desde allí. Las luces anaranjadas de las farolas iluminando las calles, las ventanas encendidas como pequeñas piezas de un cuadro de luces, el reflejo de la Luna en el río Sena... Era una noche tan clara y tranquila que podía verse a la perfección.
—Supuse que no tuviste oportunidad de verlas bien cuando tuve que esconderte aquí de la Befana. Creí que te gustarían.
Marinette desvió la mirada de las vistas para centrarse en Chat. Solo podía ver su perfil, él seguía con la vista perdida en el río, pero a Marinette le dio la impresión de que estaba avergonzado.
¿Chat con vergüenza?, se preguntó Marinette con sorpresa.
—Sí, tienes razón. Son unas vistas fantásticas —admitió, observándole con curiosidad.
Se quedaron en silencio durante varios minutos, solo escuchando el lejano bullicio natural de las calles. Marinette quería saber qué había llevado a Chat a llevarla aquel lugar, casi secuestrándola de su habitación nada más regresar de su fiesta de cumpleaños. Inconscientemente, apoyó el mentón en su hombro, meditando cómo podía obtener respuestas del minino.
Chat se estremeció ante el gesto, pero ninguno de los dos hizo ningún comentario.
—Gracias por traerme, Chat.
Marinette, que se mantenía agarrada a Chat sujetándole por los hombros, rodeó su cuello gentilmente con los brazos, dándole un abrazo, y besó su mejilla.
Aunque ella no pudo verlo, las mejillas de Chat se sonrojaron, y poco tenía que ver con el frío.
—Feliz cumpleaños, princesa.
Lunes, 20 de noviembre de 2017
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Paradis
FanficLas noches de cumpleaños pueden ser mágicas, más si hay un dulce minino de por medio.