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Huang ZiTao nunca creyó que su vida fuese a cambiar en realidad, no de un día para otro, no cuando habían pasado los meses y el panorama se había pintado de gris en conjunto con las colosales nubes que recubrían el firmamento.No cuando el invierno estaba en su esplendor y las calles de la gran ciudad a la que se había mudado siguiendo al que había pensado era el amor de su vida, estaban pintadas de níveo, como la paz que Tao quizá nunca volvería a sentir en su interior.
Su padre se lo había dicho cuando él a sus cortos veintiún años había decidido dejar su casa porque había encontrado la felicidad en los brazos de un chico que le había hablado bonito por primera vez en su vida, y que le había susurrado al oído que no tenía que depender más de lo que dijeran sus padres.
Y Tao había asentido mientras lo besaba porque lo único que quería era seguirlo aunque fuese al final del mundo, aunque su propio final del mundo había terminado en Seúl, en un país que no era el suyo y cuyo lenguaje aún se le dificultaba un poco perfeccionar.
Tao lo recuerda todo muy bien, cuando meses atrás había comenzado a sentir el frío del otoño que traía consigo la indiferencia de su novio, quien cada día trabajaba más de la cuenta, que cada noche llegaba más tarde y con menos ánimos de besarlo, con menos ganas de murmurarle alguna de todas aquellas maravillosas palabras que lo habían enamorado.
Hasta que una buena tarde había comprobado con sus propios ojos la sospecha, no lo engañaba, por suerte, porque aún no sabe qué es lo que sería de él si lo hubiese hecho, pero aquel que lo había arrastrado consigo a aquel infierno para sepultarlo en la soledad le había enseñado una lección muy importante: Que el amor tiene fecha de caducidad, y que la suya ya había expirado.
Y ante las lágrimas de Tao con cada palabra que acribillaba su pecho, lo observó con los ojos empañados mientras recogía unas cuantas pertenencias y después de una disculpa que sabía muy bien no sentía demasiado, había abierto la puerta y se había marchado para siempre.
Los días de Tao se habían caído como las hojas del calendario, como las hojas de los árboles que comenzaban a mudar el follaje y se desprendían de lo que no era necesario. Tao se prometió a sí mismo en el parque cerca de su pequeño departamento que él haría lo mismo, que pese a que le doliera y que no pudiera con el dolor que acechaba su corazón porque él era lo único que había conocido, saldría adelante.
Y recordó los meses que había estado sin hablar con sus padres, la manera tan estúpida en que había cortado comunicación con ellos por un chico que a final de cuentas lo había abandonado. ZiTao se sentía demasiado estúpido algunas mañanas cuando se levantaba, cuando su amigo SeHun, el único amigo que verdaderamente había hecho porque vivía en el piso de abajo, le había dicho que no se preocupara.
Y fue SeHun quien lo había arropado y lo había abrazado con fuerza para que descargara todas las lágrimas que tenía en su interior, quien le había dicho que debía hablar con sus padres y pedir disculpas, que podría volver a su natal China o que podría buscar un empleo en Seúl, si quería quedarse.
Porque después de todo, las cuentas no se pagaban solas y él necesitaba salir adelante. Tao había estado estudiando diseño de interiores y sabía que sería un exitoso profesionista una vez que se graduara.
Así que había hablado con una de sus profesoras para que le recomendara algún tipo de trabajo que le fuera bien, y ella le había mandado un par de anuncios donde necesitaban secretarios de tiempo parcial o completo, que seguramente no interferiría demasiado con sus estudios, eso o ZiTao tendría que poner el doble de esfuerzo en su vida.
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Amar otra vez ❀ TaoRis
Фанфик❀ Cuando ZiTao más cree que todo en su vida está perdido, cuando las ilusiones se despedazaron y el amor tuvo fecha de caducidad, Tao conoce a una persona inesperada, a alguien que le hace ver el mundo de manera diferente, YiFan le hace sentir lo qu...