Pájaros de Fuego

Ciudad Invisible

-¿Todavía no sabés quién sos?

-¿Quién?

- O qué...

La ciudad entera flota sobre el cielo azul. Nosotros estamos al nivel del piso, pero no sentimos la firmeza del suelo. Entre miles de sombras que se mueven como hormigas por las arterias de la ciudad, nos levanta un viento brusco. Somos juguetes del viento. Estoy volando.  

-Bienvenido, Fénix. 

-Hola.

¿Fénix? ¿Eso soy? Vuelvo a escuchar la voz entre los remolinos del viento. Suena en mi cabeza, suena en el aire, suena en todas partes. 

- Los Fénix somos productos de la imaginación y seres dotados de conciencia. Nos encontramos interconectados por los espacios en común entre los recuerdos de todas las personas. Habitamos la Ciudad Invisible de Bersabea. 

-¿Soy un recuerdo de alguien?

-Sí.

-Pero puedo hacer lo que quiera.

-Sí.

Miro alrededor. Hacia abajo, veo construcciones en oro macizo, con pernos de plata y columnas de diamantes. Una ciudad joya cruzada por una infinidad de seres. Ya no se ven como sombras, sino que han tomado una forma, digamos, humana. Hacia arriba no logro divisar por sobre la luz que emana un cuerpo celeste. Algo me desconcierta: flota hacia mí un pájaro, ¿un avión de papel?, se acerca y la reconozco. Es una media vieja que perdí hace...

-Mirá hacia abajo. Llueven recuerdos.

Un torbellino arremolina un grupo de seres en el suelo. Veo, ahora sí, la imagen nítida de los habitantes de Bersabea. Estas son sus primeras historias como 'Pájaros de Fuego'.