La maleta

¿que harias si el mismo demonio te ofrece una maleta con lo que más quieras en la vida? ¿Que contendría?¿Hasta donde llegarias para obtenerla? ¿matarías por ella?

Al final de un callejón hay un bar, un bar donde no llega ningún tipo de ley, donde todo el morbo y el pecado se unen como si fuera una cena familiar. Drogas, mujerzuelas, alcohol y apuestas, el paraíso para los pecadores y el infierno para los cristianos. Detrás de las puertas del infierno el diablo negociaba con un hombre que se encontraba fuera de sí, después de haber pasado por lo que él recordaría como la mejor noche de su vida.

Una maleta, una maleta era lo que le ofrecía y no era cualquier maleta según decía; "esta maleta tiene el secreto de la vida y prácticamente te la estoy regalando, si logras llevarla al edificio más alto que está cruzando la ciudad, será tuya. Pero cuidado, porque no eres el único que la quiere". Dicho esto le entregó un revolver calibre 38 y la maleta, luego desapareció como si nunca hubiera existido en primer lugar.

El hombre se levantó, un tanto mareado empezó a preguntarse si realmente debía de llevar la maleta, primero pensó en venderla pero nadie le compraría una maleta con tal disparate dentro, por lo que decidió intentar abrirla pero le fue imposible, ya que la maleta estaba cerrada con un código, el cual intentó desbloquear con unos tres, cuatro intentos y se detuvo, porque sabía que estaba perdiendo el tiempo. Pensó en llevarla a un cerrajero en la mañana pero si el hombre con el que hablo tenía razón y otras personas querían esa maleta, lo más probable que se la sacaran antes de que viera de nuevo el sol.

Luego pensó en simplemente dejar la maleta ahí, volver a su casa y continuar con su vida, pero como un gato, la curiosidad lo estaba comiendo y no se iría hasta que esa maleta se abriera, por lo que emprendió el viaje. Tenía un auto pero debido a que no se encontraba del todo bien para conducir decidió caminar.

La calle estaba vacía, como si todas las personas hubieran decidido mudarse a otro país y no decirle nada o como si todos le estuvieran haciendo una broma y esperando a que se asustara para poder salir de sus escondites, y si así fuera, estaba funcionando, ya que un sentimiento de inseguridad invadió al hombre completamente. Era raro que en una ciudad donde vivían más de 15.000 personas no hubiera nadie a las doce y media de la noche un viernes.

De manera lenta e insegura empezó a caminar, como si el piso fuera a romperse, cualquiera pensaría que era por el alcohol pero no era eso, estaba asustado.

Después de haber recorrido unas diez cuadras se sentó en el escalón de un edificio, todavía tenía un largo camino y para alguien que no se encontraba en todos su sentido, era uno realmente largo. Sabía que en cuanto pasara el puente estaría a la mitad de la ciudad y no estaba tan lejos de este y hasta ahora no había tenido ningún inconveniente. Tal vez todo el asunto de la maleta era realmente una mentira, una broma hacía un pobre borracho, pero ya estaba lejos de casa y algo sobre aquel lejano edificio lo llamaba.

Luego de unos minutos se levantó y el sonido de un disparo resonó en la vacía ciudad; sin tiempo de reaccionar el hombre había perdido la cabeza de un tiro de escopeta, sus sesos se esparcieron por el piso y su cuerpo cayó como si de plomo se tratase. De las escaleras del edificio bajaba lentamente una joven de lentes con la escopeta en sus manos; se agachó para tomar la maleta y tratando de no pisar lo que antes fue la cabeza de un hombre se alejó.

Había estado siguiendo al hombre desde que salió del bar, cada paso, cada movimiento. Hubo un momento en el que temió que el hombre nunca se parara a descansar y pensó en simplemente matarlo de una vez, pero espero, y acababa de obtener su recompensa por ello. La joven mujer a diferencia del hombre, venía preparada, no solo llevaba una escopeta, sino también bombas, pistolas y cuchillos; tenía provisiones para rato y al parecer un plan bien elaborado y con suerte también sería bien ejecutado.