Cómo las nubes matan a la gente

Iba caminando por ahí; entre las nubes, entre la gente, entre las calles. Con la mirada al piso. Con las manos en los bolsillos, repetía su monólogo iracundo en su mente. Las nubes lo encerraban como una bufanda gigante.

Su cólera teñía de gris el nimbo, tal vez igual de rabioso que él. Como más fruncía el ceño, más relámpagos danzaban en el aire, amenazando con alcanzarle, achicharrándolo de seguro.

Ya se veía venir, el rayo enfurecido. Merodeaba por su alrededor. Su paso redoblado no ayudaba.

Y de repente, pasó. Un chirrido de llanta, una bocina aturdidora disipó las nubes. Estaba él en la mitad de la calle. Un golpe, un grito de una niña en la acera, y ahora el cielo estaba despejado.