ga

270 41 6
                                    

—Creo que debemos terminar.


El rostro de Jimin se desencaja,

y su boca se entreabre,

y, por un momento, por un instante,

por una simple centésima de segundo,

Yoongi piensa

Jimin está a punto de decir algo.

A punto de protestar,

a punto de preguntar por qué.


—Está bien.


Es ahora

cuando la boca de Yoongi se abre,

y puede sentir

cómo el alma

se le va en esa exhalación,

tan suave e infinita.

Jimin hace una mueca,

estirando los labios,

como disculpándose,

y se da media vuelta,

y Yoongi puede sentir

cómo se le rompe el corazón.


¿Qué se siente ver

a la persona que más amas

yéndose,

caminando,

alejándose de ti,

dejándote atrás,

sin lanzarte

una última mirada siquiera?




Han pasado tres días, y Yoongi puede sentir cómo el alma se le parte cada vez más. Cómo el alma se le va, a cada que piensa en Jimin, y, si es que pretende un poco, puede imaginar que todavía están juntos, todavía tienen el título, que todavía puede hablarle por mensajes, porque Jimin nunca fue bueno hablando por mensajes, y pudo dejar a Yoongi esperando por horas de horas, incluso días, y lo más que Yoongi sabría de su novio sería por los amigos de éste.

Pero Yoongi jamás cuestionó a Jimin, jamás preguntó el porqué de esas largas y silenciosas esperas, de esas infinitas tardes libres pensando en que pudo haber salido a algún lugar con Jimin, cuando pudo haberlo besado y cuando pudo haberle hecho el amor.


Fue tal vez que Jimin

en verdad no quiso verlo,

como ahora no quiere verlo.

Fue tal vez que Jimin

no quiso hablarle,

como no le habla ahora.

Fue tal vez que Jimin

nunca quiso saber de él,

como ahora no quiere

ni necesita saber de él.


Yoongi se siente morir un poco.




—No los entiendo. A ti y a Yoongi.

Uno sólo va a quedar, volando a la deriva...

—¿Me estás escuchando?

Jimin asiente.

—Es complicado.




Jimin se entierra en su cama, en su cama de besos y sueños, donde puede imaginar que sigue con Yoongi, que no lo ha alejado, que no lo ha hecho irse con lo frío que es, con lo frío que actúa, con lo frío que se ha mostrado siempre y como ha convencido al otro que siempre fue.

Porque Jimin puede no haber sido cálido, pero amó a Yoongi como no amó a nadie más.

Jimin se entierra en sus pensamientos, en sus recuerdos y en un olor a colonia masculina, que lo embriaga, lo apacigua, lo relaja y lo transporta, a dónde nadie sabe, sólo su mente, y su sonrisa suave que parece efímera, porque un segundo después se halla llorando, inerte, con las lágrimas saliendo a voluntad propia de sus ojos y mojando la almohada.

Es tan difícil...




Y Yoongi canta en una lengua extraña que desconoce, en una lengua cuyas sílabas salen a trompicones de sus labios, en una lengua que no es la suya, y sin embargo, hace la canción suya, con los versos rotos, las lágrimas desbordadas y la luna allá arriba.

Yoongi se pregunta

si es Jimin o él

quien está volando a la deriva.


Yoongi se pregunta, por qué Jimin empezó todo esto, este revoltijo de emociones, con sus sonrisas, con su voz, con sus manos pequeñas y sus "Buenos días, hyung", sus abrazos cálidos y sus movimientos finos. Yoongi se pregunta por qué.

Si, a las finales, iba a ser Jimin alejándose de él, alejándolos a ambos, yéndose, dejándolo, frío, tan frío y tan solo.


Yoongi no entiende

qué hace Jimin

frente a él.




Yoongi nunca entendió

los silencios,

las palabras cortas,

las alas rotas.

Y lo peor,

tal vez

es que Yoongi

no va a poder entenderlo.


_

Primera parte de este three-shot. Gracias por leer♡

Amores gaviotas | ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora