Nuevo analisis

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Las obras sociales son un caso...

Hay especialidades que tienen muchísima demora. Así que me resigné a ir pronto a sacarme sangre y a pedir enseguida el nuevo turno para el gastro.

«Ja, ja, divino. No saben cómo se me rió un viejo en la cara cuando tuve que apoyar la cara en uno de los asientos azules de las ganas de vomitar que sentía» Últimamente vengo notando que me vuelvo más valiente ante las agujas. Al menos ya no tengo tanto miedo si son vacunas.

Y...después de haberme dado todas las dosis de la vacuna del HPV y de haberme bancado dos decadrones en el cachete de la cola no le tengo miedo a nada. Fue así como descubrí que era alérgica a la penicilina y las inyecciones en la nalga era lo único que iban a salvarme.  No jodo nada cuando digo que eso DUELE como la chuchis de un mono (? Así que después de eso algunas jeringas no me dan tanto miedo. ¡A MENOS QUE QUIERA ROBAR MI PRECIADA SANGRE! —una vez leí por ahí que por tu sangre pueden leer tu mente y yo les creo. 

Superado el momento, fui entonces con mi brazo agujereado a pedir un nuevo turno solamente para encontrarme que la espera era de casi dos meses (noticia antigua para ustedes). No había otro turno antes del 23 de mayo. Me resigné, pedí el turno y me fui a comprar algo al McDonald antes de que me desmayara de inanición y de desangración. 

Así que pasó marzo, sabiendo que el día que fuera a buscar esos resultados sería como el día de la fecha final. Otra nueva fecha final, claro. El día 10 se suponía que iba a ser ese día. Pero Moyano no me dejó salir de casa, y para colmó Wattpad se unió al paro. Perdí el turno de Endocrinología y la fecha de la muerte se vio postergada.

Pues al final no sé que hice en más de un mes pero terminé sentada en el sanatorio con los papeles en la mano un 21 de abril. ¿Vieron cuando les tiemblan las manos y saben que solo hay un sobre ocultado la verdad que deparar el resto de sus vidas? Bueno, tal vez no, pero así me sentía.

Tiré de los papeles y me hice la que miraba —otra vez—, los resultados de los análisis de regla. No duré ni un segundo más y pasé las hojas hasta llegar a la última dónde un enorme número 13 estaba reemplazando al anterior 8,86.

Si 8,86 era el límite entre ser celiaca y no serlo... PUES 13 ERA DEFINITIVAMENTE SERLO.

Me mordí la lengua y me fije en la otra enzima solicitada que decía simplemente POSITIVO. No tenía ni la más puta idea de lo que era, pero presentía que era de lo mismo. Ahora sí estaba resignada y bastante, bastaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaante, malhumorada.

«¡Y menos mal que se suponía que había estado haciendo la aceptación desde diciembre, eh!»

Ay de mi.

Diario de una celíacaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora