La enfermería.

6 1 0
                                    

No Lo Puedo Creer.

El maldito con el que me tope en el pasillo esta ahí con su sonrisa arrogante que empecé a odiar en tan poco tiempo.

-Señor Johnson, tarde el primer día de clases…no me sorprende- Lo último lo dijo un poco más bajo pero no lo suficiente como para que unas cuantas personas lo oyera- Siéntese al lado de la  señorita Smith por favor.

Esperen… ¿¡QUE!?

Dios mío, ¿Por qué a mí? Soy buena chica, me comporto bien, no digo malas palabras, ¿Qué más quieres? ¿Es por qué le robe $20 a Wendy? Si es por eso, perdón, ya no vuelvo a robar, pero no me dejes a este aborto de simio al lado mío. Te recuerdo que los asientos son para todo el año.

Pero para mí mala suerte eso no sirvió, el tarado el cual todavía no se su nombre, se estaba dirigiendo hacia el asiento al lado de mi.
Mientras estaba caminando hacia su asiento, note como Dayana le daba una sonrisa coqueta y le guiñaba un ojo, Johnson se lo devolvió, y sentí una pequeña punzada en el pecho, fruncí el ceño ante eso, ¿Qué demonios..?

-Hola preciosa- Me dio una sonrisa coqueta, y yo solo rodé los ojos y mire hacia la ventana.

Ah, por los que no saben, Dayana McCarthy es la típica niña rica, consentida de papi, mal criada, que se siente superior a todos, que se abre de piernas a cualquiera, y por tanto pintarse su cabello de rubio, se quedó sin neuronas, en resumen. Es la chica fácil del instituto.

La clase transcurre normal. Y como era de esperarse, yo no le pongo nada de atención. Cuando menos me lo espero me quede dormida.

Unos golpecitos en mi hombro son los que me despiertan de mi sueño con Dylan O’Brien, cuando levanto mi cabeza me encuentro con el tal Johnson, frunzo el ceño.

-¿Qué?- Mi voz salió más ronca de lo normal.

-La clase término- Me miro con burla.

Yo rodé los ojos en muestra de fastidio-Ah- Luego recordé que tenía que hacer la tarea de la clase de Historia la cual me toca a la tercera hora, y abrí los ojos-¡Mierda!- Me levante de mi lugar y guarde mis cosas rápidamente.

Todo lo hago con la mirada confundida del que me despertó. Salgo rápidamente de ahí y voy directo a la biblioteca. Agradezco a todos los Dioses por darme una hora libre.

Entro y voy directamente hacia el anaquel donde debe de estar el libro que necesito. Me voy guiando con mi dedo mientras leo los títulos de los libros, hasta que por fin lo encuentro, pero para mí desgracia, no está a mi alcance. Me pongo de puntitas para poder alcanzarlo, me estiro lo más que puedo, me subo a la primera repisa, a la segunda, a la tercera, y ya en la cuarta lo alcanzo; cuando me intento bajar me resbalo así que caigo apoyando todo mi peso en mi talón derecho, espero el impacto del piso, pero este jamás llega.

Siento unos brazos rodearme, y cuando abro los ojos, me encuentro con unos azules eléctricos, nos quedamos mirando unos cuantos segundos, y cuando me doy cuenta de la posición en la que estamos, rápidamente quito sus brazos de mí, pero para mí mala suerte cuando doy el primer paso, un fuerte dolor se apodera de mi talón derecho.

¿Cómo quieres que no te duela si caíste sobre él?

Oh… cierto, se me había olvidado.
Suelto un chillido de dolor, me sostengo del anaquel para no caerme.

¡Dios, duele hasta la concha de la madre!

Otra vez los brazos del chico de ojos azules me rodean la cintura, esta vez me dejo caer en ellos porque no puedo estar más tiempo parada.
-¿Estas bien?- pregunta este con el ceño fruncido.

-Oh sí, estoy perfectamente, solo me doble el tobillo y no puedo caminar, pero de ahí en fuera estoy bien- lo miro con cara de no me jodas.

El entiende mi mirada y sonríe con burlas, pone un brazo por debajo de mis piernas, y el otro en mi espalda y me levanta con cuidado. Supongo que me va a llevar a la enfermería, y efectivamente, abre la puerta de la enfermería, y me deja con cuidado en la camilla, se sienta a un lado mientras esperamos a la enfermera.

-¿Te duele mucho?- pregunta sin mirarme.

-Pues la verdad, si-le digo mirando mi tobillo.

Siento como me mira, pero no dice nada al igual que yo, solo nos miramos en silencio, cuando está apunto de decir algo, la puerta se abre y de ella entra la enfermera, y cuando nos ve, nos da una sonrisa.

-¿Qué paso?

-Me torcí el tobillo-le digo con una sonrisa tímida.

-Vamos a ver como esta.

-Bueno, creo que yo ya me voy-volteo a ver a Johnson que se está dirigiendo a la puerta.

-¡Espera!-le grito ocasionando que la enfermera y el den un brinco por el susto-perdón- les digo apenada- en fin, muchas gracias por traerme aquí Johnson- le agradezco con una sonrisa.

-No tienes por qué agradecerme Dinah-¿Cómo sabe mi nombre?-y dime Tyler, preciosa- me guiño un ojo, y se fue, dejándome con un pequeño enojo por ser un engreído.

Maldito aborto de simio.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 26, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Mentira.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora