Es fácil ser uno mismo cuando eres anónimo. Cruzas la calle y nadie recuerda quien eres.
Ahora los quioscos son incómodos, también el estadio.
Mientras escribo esto, se trata de mí el cuchicheo de los escolares en el paradero.
En mi casa el tema es tabú.
Ahora noto cómo me observa una señora desde la micro que acaba de parar.
Cada ojo que posa su atención sobre mí trae el recuerdo del accidente. En cada sonrisa veo al tonto sujeto que tomó su celular en ese momento.
Los días seguirán siendo tensos, hasta que otra persona se convierta en viral.
