Qué linda la inocencia.
Qué lindo creer con todo tu corazón que los problemas pueden solucionarse si realmente querés solucionarlos.
Qué bien se sentía recuperar una amistad con un abrazo,
aliviar un dolor con el beso de mamá,
ver todo ordenado con simplemente levantar las cosas del piso.
Necesito seguir creyendo que eso es posible, porque ahí reside la más hermosa verdad de este mundo.
Porque si yo le tiro el paquete de cigarrillos a papá cuando él no está mirando, yo sé que no va a poder fumar más. ¿No?
Seamos simples, seamos sinceros. Y estemos dispuestos a hacerlo con alegría, confiando en que todos podemos serlo.