Cuidados-Parte 1

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Había querido hacerle daño, Hanamiya lo admitía, no en alto claro, pero lo admitía. Aquella jugada había sido pura y enteramente para lesionar a Kiyoshi. Quería ganar, ganar de la forma más sucia y rastrera que había, la que mejor conocida, la que mejor se le daba. Era un experto en explotar las debilidades ajenas, ya fueran mentales o físicas, si había un punto débil él lo encontraba y lo explotaba de la forma más literal posible. Y por dios, aquel idiota de sonrisa boba, era tan fácil de leer que parecía que le estuviera pidiendo a gritos que jugara con él. Quizás era solo que Hanamiya le prestaba más atención que la los demás, aunque esa idea había quedado descartada, ni siquiera había llegado a ser una opción. Kiyoshi no le importaba lo más mínimo, o al menos eso era lo que había dicho cuando se enteró de la noticia. Uno de sus compañeros de equipo había terminado, por casualidades de la vida, yendo a visitar a un familiar que se encontraba en el mismo hospital que el castaño. Sacando partido de aquella coincidencia había husmeado un poco hasta dar con la zona en la que su rival se encontraba. Le había faltado tiempo para ir a informar a su capitán.

"No es como si ese imbécil me importará, sin él en el campo las cosas serán mucho más fáciles"

Eso era lo que le había contestado. Y era verdad, Kiyoshi no era nada más que un jugador, un rival, un imbécil con un corazón de hierro que siempre había tenido la capacidad de sacarle de sus casillas y revolverle el estomago, del asco, por supuesto -o eso quería creer él-. En fin, el caso era ese, Kiyoshi Teppei no le importaba lo más mínimo, sin embargo ahí estaba, enterando por la puerta del hospital como si fuera su actividad de fin de semana favorita. No llevaba flores ni un discurso de disculpa pero ahí estaba, contando los pisos que él ascensor subía como si nada. Porque, muy en contra de lo que quisiera pensar y admitir, Teppei si le importaba. No iba a engañar a nadie, cuando ideo aquella estrategia estaba pesando única y exclusivamente en aprovechar aquel punto débil de su rival, había querido lesionarle, eso era cierto, pero la idea de no poder volver a enfrentarse al castaño en un partido le producía una sensación desagradable en el estómago. Había querido lesionarle, si, pero cuando ideo la táctica pensaba en una lesión que le incapacitara para un par de partidos, que le obligara a hacer algo de rehabilitación antes de volver a la pista con fuerzas renovadas. Pensaba en que volviera a la pista para volver a enfrentarle, dispuesto a dejarse él alma intentando pasarle por encima. Pensaba en poder volver a ver esa expresión de dolor cuando atacara de nuevo su punto débil, porque sí, Hanamiya disfrutaba de aquella expresión de dolor puro, de impotencia... le hacia sentirse tan superior. Quería hacerle daño a Kiyoshi, eso era cierto, pero -aunque conocía los riesgos de lo que estaba haciendo- pensar en no volver a verle con la camiseta del Serin preparado para machacarle no le gustaba nada.

Y era esa mala sensación a la que no podía poner nombre lo que le había llevado hasta la puerta de la habitación que el otro ocupaba. Miró por el cristal antes de empujar la puerta para entrar, parecía que no había nadie, mejor, no tenia como explicar porque estaba allí y, aunque no era un persona que acostumbrara a justificarse, si no lo hacia los demás pensarían que estaba preocupado por el más alto. Nada más lejos de la verdad, claro. Kiyoshi dormía, junto a la cama había unos cuantos jarrones con flores, al parecer había venido a verle mucha gente. Se mordió el labio desganado, debería irse, no tenia sentido quedarse ahí mirando a aquel idiota dormir. No tenia sentido, sin embargo se sentó en el sillón que había a uno de los lados y, evitando mirar al otro chico, comenzó a repasar su calendario de entrenamientos en el móvil.

Apenas fue consciente de las horas que pasó entre unas cosas y otras hasta que la enfermera que fue a traerle la cena al otro le avisó de que el horario de visitas estaba por acabar. Aprovechó la oportunidad para preguntarle por el estado del otro.

—Lo siento, solo puedo informar a familiares.

—Soy un amigo.— Sintió que la palabra "amigo" se le hacia bola en la garganta... era desagradable y extraño llamar a Kiyoshi amigo. No eran amigos precisamente.

Cuidados [KiyoHana]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora