Mi padre se detuvo frente a una gran reja de hierro, indicándole que había llegado a su destino. Las palabras "The Sirens" se podía leer claramente en una placa a un costado de la reja. Un hombre de seguridad se acercó a la ventana del copiloto y, luego de ver nuestros papeles, abrió el portón con sólo tocar un botón. Nos adentramos a una zona ocupada por casas de verano y una playa privada. Era un típico lugar para pasar las vacaciones de verano.
El auto se estacionó en el frente de una de las cabañas y el motor se apagó. Mi padre bajó, seguido de mi madre y yo, abrió el maletero y sacó de ahí nuestras valijas para luego entrar a la que iba a ser nuestra casa durante los siguientes 2 meses.
Ya habíamos visto fotos del interior de la casa por lo que no me quedé mucho tiempo admirándola y subí a mi cuarto a desempacar.Más tarde, cerca de las 6pm, bajé. Le comenté a mi madre que iría a surfear un rato antes de cenar, mientras agarraba mi tabla -que se encontraba a un costado del sillón principal, en donde la había dejado mi padre al sacarla del techo del auto-.
Caminé hacia la entrada de la playa que constaba de una pequeña reja con una traba pasante, que destrabé para seguir mi camino. Al llegar a la orilla del gran mar, me saqué las zapatillas junto a la remera y me adentré a la gran masa de agua con la tabla de surf a un costado.
Sentí el agua atravesando mis manos que me daban la adecuada velocidad. El clima era perfecto para montar algunas olas, que venían hacia mí, por lo que tomé un poco más de velocidad y me impulsé para pararme y tomar equilibrio. Hacía mucho tiempo que no surfeaba, por lo que me faltaba práctica y eso se reflejó en cuanto perdí el equilibrio y caí de la tabla. La marea me arrastró hacia unas rocas puntiagudas que me desmayaron del golpe.
Sentí el agua subiendo por mi garganta provocando que tosiera; abrí los ojos lentamente y visualicé el rostro de una chica. El pelo caía sobre su rostro -lo cual agradecía ya que tapaba el radiante sol-. Me ayudó a sentarme y pude observarla mejor. Sus ojos de un intenso azul, su pelo rubio con mechas azules y su piel de porcelana la hacían una de las chicas más hermosa que alguna vez hubiera visto.
El dolor de cabeza continuó hasta al otro día cuando amanecí. Por suerte no había sido nada grave y estoy vivo gracias a que me salvó aquella chica de la playa. Su nombre era Serene Wavy, y por lo que me había contado, ella caminaba por la playa cuando me vio sobre la tabla de surfear -incluida mi caída -. Al ver que no salía a la superficie, fue en mi rescate.
A pesar de que ella dijera que no era necesario, yo insistí en agradecérselo de alguna manera. Al saber que ella estaba en la situación de recién haber llegado -al igual que yo- le sugerí vernos nuevamente. Ella estuvo de acuerdo y programó la juntada para las 7pm del día siguiente.
Así fue como empezaron a transcurrir los días. A las 7pm de cada día nos juntábamos en la orilla del mar y hablamos sobre cualquier cosa, como mi amor por el surf o la fascinación de Serena por el mar y todo lo relacionado a eso.
Pero un día algo pasó y Serene no se reunió conmigo, por lo que decidí ir a visitarla al día siguiente. En una de las citas, si se pueden llamar así, ella respondió, de forma atropellada, que vivía a unas 3 cabañas de la mía… así que me dirigí hacia allí. Toqué la puerta 3 veces. Sin respuesta. Un hombre que paseaba a su caniche me llamo la atención al mencionar que nadie vivía ahí por ahora. Con suma confusión le pregunté si conocía a una chica llamada Serena Wavy y le di la descripción física de ella. Él dijo que no y que lo sabría si en verdad ella viviera ahí ya que él conocía a todos los que entraban a “The sirens”, por lo tanto me fui a mi casa.
La confusión me carcomía por dentro. ¿Por qué me mintió? ¿Qué escondía aquella hermosa chica que salvó mi vida? Luego pensé en buscarla por internet y agradecí el haber traído la netbook. Fui hasta mi habitación y agarré la computadora portátil. ‘Serene Wavy’ fue lo que introduje en el buscador de Google. Miles de resultados pero ninguno trataba sobre ella, hasta que vi los resultados en imágenes. La imagen de un dibujo fue la que captó mi atención; en ella se encontraban 3 chicas con aspecto de sirena y extrañamente una de ellas se parecía demasiado a Serene. Busqué de dónde provenía la foto y me situó en un blog de historias fantásticas. “La maldición de The Sirens” se titulaba el artículo. Seguí leyendo a causa de mi curiosidad.
El texto hablaba sobre una leyenda en la que, una vez al año, una sirena de un grupo de tres rescataba a un muchacho en peligro para luego enamorarlo y así poder matarlo, esto era ya que tenían que ofrecer un atributo a su reina para dejarlas volver a su hogar en el mar como sirenas. El artículo terminó contando que parte de la investigación fue aportada por un sobreviviente del hecho; pues él decía que descubrió a tiempo el secreto de la chica que lo había salvado y dejó el lugar inmediatamente. Él dio el nombre de la chica que lo rescato y lo cito: “Ella me dijo que su nombre era Serene Wavy”Mi rostro reflejaba mi confusión, desconfianza y asombro. ¿La del dibujo era realmente Serene? ¿Podía ser coincidencia lo del nombre? ¿Iba a creer esas cosas que yo creía que no eran reales?
Las vacaciones de verano pasaron increíblemente rápido y con ellas, mis días en The Sirens. Hoy era mi última noche. La semana había pasado algo más lenta de lo normal ya que mis reuniones con Serene no se concretaban, tanto de su parte como de la mía. Pero hoy era la última vez que la vería por lo que decidí ir más temprano de lo usual.
Caminaba dirigiéndome hacia la orilla pero me detuve al ver a Serene junto a una chica desconocida para mí. Al terminar de hablar, la compañía de Serene se metió al mar tal cual se encontraba mientras mi amiga se sentaba en la arena. Me mantuve en la espera de la salida de la chica morena que se adentró al agua pero no había rastro de ella y en mi cabeza se reprodujo la imagen vista días antes.
Fui hacia Serene con algo de inseguridad. La saludé, sentádome a su lado y ella me respondió con una sonrisa. Hablé con ella comentándole sobre mi búsqueda y sus resultados. Se había puesto tensa y esquivó varías de las preguntas que le hice, como ¿Escuchaste hablar sobre la maldición del lugar? ¿Vos crees en las sirenas? ¿No es raro que el hombre haya dicho tu nombre? Si bien fui un poco directo no podía evitarlo, nunca fui bueno para guardarme algo si tenía dudas sobre eso. Con las escasas respuestas de Serene me di por vencido y pensé que ya no importaba si mañana me iría de aquel lugar. El gran ¿¡QUÉ!? de Serene me hizo darme cuenta de que la última oración la había dicho en voz alta.
Su actitud fue un poco desesperada y sus continuos “no puedes irte” me resultaron extraños. Le había dicho que me tenía que ir pues habían acabado mis vacaciones, y por eso había ido más temprano aquel día, pero que la iba a extrañar un montón. Antes de irme de allí la abracé, aunque al principio dudó, terminó por responder mi abrazo.
Me fui del lugar con miles de preguntas en la cabeza pero capaz serían cosas que se puedan responder después. Mientras caminaba hacía mi cabaña escuché pasos detrás de mí, y con el presentimiento de que se trataba de Serene me di media vuelta de una forma confiada. Y estaba en lo correcto, era ella; pero al quedar enfrentado a ella un puñal me atravesó el estómago. Mis ojos llenos de dolor y sorpresa observaron aquellos ojos azules llenos de traición y maldad. “Lo siento, pero debo volver a mi hogar” fueron las últimas palabras que escuché antes de caer al suelo.
La voz de mi madre retumbaba por toda la habitación. Abrí lentamente los ojos y la luz blanca del lugar me cegó haciendo algo borrosa mi vista. Una mujer de cabellos rubios estaba de espaldas a mí y hablaba con los que deduje que eran mis padres. Me encontraba en un hospital; al querer sentarme en la cama lancé un gemido que alertó a mis padres, dejando de lado a la que supuse que era una enfermera.
Por supuesto, mis preguntas no tardaron en salir. ¿Qué hacía ahí? ¿Cuánto tiempo había pasado? Lo último que recordaba era a Serene clavándome un puñal… Creí que iba a morir.
Mi madre me explicó que había tenido un accidente con la tabla de surf, mi cabeza chocó con varias piedras lo que me causo una conmoción cerebral. Es decir, que nunca conocí a Serene… fue todo producto de mi imaginación.
Sentí alivio ante esa noticia. Mi padre me avisó que se iría a hablar con el médico, asentí y mi madre lo siguió.
La enfermera, que seguía de espaldas a mí, y yo éramos los únicos en la habitación. Me sentía cansado así que me acomodé para poder dormir un poco. En un abrir y cerrar de ojos la enfermera apareció junto a mi cama. Tomó la bolsa de suero para inyectarle una jeringa en la entrada de esta, para luego, dejarla en su lugar. Quería preguntarle qué era aquello pero al mirar su rostro me quedé sin habla.
Y entonces, comencé a sentir aquel líquido puesto en mi suero… Me sentía cansado y se me estaba yendo el aire. Quería sacarme el tubo que se encontraba en mi antebrazo pero no me respondían los brazos ante la desesperación. La supuesta enfermera, mientras yo me retorcía a causa de aquel veneno, me miraba con una sonrisa. Mis ojos se fueron cerrando de a poco y la última imagen que aquellos vieron fue el rostro de aquella enfermera. El rostro de Serene.