No necesitas muchas habilidades naturales para ser un gran vendedor. Esta es la historia de Luis, un hombre que se levantó de la cama un día con una idea de la que no se pudo desprender jamás: ser rico ¿Cómo se hacen ricas las personas?, se preguntó. No tenía el dinero suficiente para fundar una empresa. Su ahorro se licuaba y había buscado varios empleos sin lograr un resultado.
Un viejo amigo le dijo que los hombres que prosperan son los que saben vender. Vendemos todos los días, pues salvo el aire nada es gratis. Quien vende más, gana más. Nos vendemos a nosotros mismos, somos una marca "¿Por qué alguien me querría comprar?", pensó. "¿Qué hace a un buen vendedor?".
Luis caminó por el malecón contando sus últimos billetes, tratando de imaginar qué podía vender y cómo hacerlo. "¿Qué vende quien no tiene nada?". Miró el mar, oía el viento silbar muy cerca y el murmullo del mar que roía la playa. Un hombre leía un libro sentado en la banca de un parque. Ninguna idea asomaba en su mente, salvo que vendiese sus zapatos y la ropa que llevaba puesta, pero de hacerlo se quedaría sin nada. Reparó que solo hay un bien que se multiplica solo sin agotarse, son las ideas.
Observó al hombre en la banca, lucía incómodo y se ajustaba los anteojos, que resbalaban por su nariz. Luis pensó que él mismo tenía una necesidad y aquel hombre tenía otra. Sabía que si se acercaba a pedirle dinero, aquel extraño lo echaría, pues la piedad no existe, es una ilusión que solo nos humilla y nos hace perder el tiempo. Luis recordó las veces que le escribió un correo a Johann Marzs, el Gerente de Sift. Lo conocía desde que era niño, el viejo había sido amigo de su padre. Marzs nunca respondió ni aún cuando los mensajes advertían de la miseria que Luis padecía.
"No, la piedad es una bobería", musitó, mientras recordaba aquella vez que el viejoJohann Marzs lo llamó. Lo necesitó entonces, pues Luis conocía a la hermana de un embajador que residía en el país al que el viejo millonario se aprestaba a viajar. "Puro interés".
Esta vez, Luis sabía que el mundo funciona con otras leyes. "Yo estoy dispuesto a darte si es que tú me das algo que necesito o si me haces creer que lo necesito". Nadie se desespera más por un lapicero que cuando tiene al lado a alguien que le va a firmar un cheque. Estarías dispuesto a pagar más de lo que vale el lapicero en la librería si es que el monto supera los mil dólares. Quizás el lapicero ya no valga un dólar para ti sino 5 o más.
Luis se acercó al hombre y le propuso leerle el libro. El hombre aceptó. A cambio le pagaría tres dólares que el gran vendedor lo tomó como el primer y más memorable de sus negocios (continuará)
K
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El gran vendedor
Non-FictionNo necesitas muchas habilidades naturales para ser un gran vendedor. Esta es la historia de Luis, un hombre que se levantó de la cama un día con una idea de la que no se pudo desprender jamás: ser rico ¿Cómo se hacen ricas las personas?, se preguntó...