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Sopló un poco sobre sus fríos dedos para calentarse mientras veía la nieve caer copiosamente desde el gran ventanal, todo estaba cubierto del inmaculado blanco, ese blanco que le traía grandes recuerdos que atesoraba mucho con el corazón, eran tan preciados que sin ellos no sería la persona que era ahora; todas esas experiencias que vivió no habrían forjado su carácter, lo que quería, lo que anhelaba y por lo que luchaba.

La voz tras las bocinas del lugar anunció algo que no logró entender pero sabía que no era lo que estaba esperando, por lo que se arrebujó en su chamarra de nuevo; aquella época era muy fría en su país pero le encantaba, era la época donde podía volver a ser un niño, compartir historias con los ancianos del vecindario, jugar un poco con los niños, patinar en el lago congelado y... verlo a él.

Era un ritual anual entre él y esa persona especial, luego de un largo año de trabajo y reuniones, era hora de un merecido descanso. Diciembre y Enero eran sus meses, sólo ellos y nadie más; nada de llamadas de emergencia, ni interrupciones, y mucho menos formalidades... solo ellos dos con una taza de café (o chocolate caliente en su caso) y una manta mientras estaban acurrucados en el sillón de la cabaña frente a una cálida chimenea, porque ellos no pasaban las vacaciones en la capital, las pasaban en una bien abastecida cabaña cerca de los valles para alejarse de todo contacto humano, una cabaña que sólo ellos dos conocían la ubicación.

Volvió a calentar sus manos con su cálido aliento, a pesar de tener sus guantes puestos hacía mucho frío, traía más de 5 prendas que le cubrían, un gorro y unas orejeras de blancas con un copo de nieve azul como estampado, regalo de esa persona. 

Suspiró al ver de nuevo por la ventana, como estaba nevando no se podían apreciar las luces de invierno, esperaba que estando en la cabaña se pudieran ver en todo su esplendor cuando la nevada terminase, así ambos podrían salir a jugar y hacer muñecos o ángeles de nieve.

Se sonrojó bajo su bufanda, estaba teniendo pensamientos muy empalagosos con forme a sus vacaciones ideales con esa persona, pero la mente no puede controlar mucho lo que el corazón siente y desea con ansias, lo que lleva esperando por meses para ver la cara de él, sus ojos azules y esa sonrisa que sólo él tenía el previlegio.

Volvió su vista al gran ventanal empañando el vidrio con su cálido aliento, ¿Cuánto tardaría en llegar? Debía confesar que a penas llevaba quince minutos en el lugar; pero como se dijo anteriormente, no se puede controlar lo que el corazón ansía.

"La aerolínea North Flying, anuncia la llegada de su vuelo No. 4203 procedente de la ciudad de Oslo."

El corazón del chico dio un vuelco al escuchar el anuncio de los parlantes, al fin había llegado. El protocolo indicaba que los pasajeros debían salir por el pasillo que los guiaba a la sala de desembarque para recoger el equipaje y no hacer un congestionamiento entre ellos y los familiares que los esperaban, por lo que el albino no se movió del ventanal que daba a la pista de aterrizaje; hace muchos años habían acordado que esa ventana sería su lugar de reunión, un espacio libre de personas y podía ver perfectamente él desde el avión al albino, pero éste no lo sabía, era un secreto de esa persona.

 El protocolo indicaba que los pasajeros debían salir por el pasillo que los guiaba a la sala de desembarque para recoger el equipaje y no hacer un congestionamiento entre ellos y los familiares que los esperaban, por lo que el albino no se movió ...

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2018 ⏰

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Cálidos corazones de nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora