Todos le decían que el dolor el algún momento menguaria, que solo era cuestión de darle tiempo al alma para que esta recobrara fuerza y que le entendían, que entendían su dolor y su luto, que estaban dispuestos a darle su espacio y el tiempo suficiente para que volviera a su ritmo natural de vida. Louis solo podía mirarlos con ojos vacíos, sin escuchar realmente lo que decían, aguantando mal las ganas de llorar y el nudo en la garganta que parecía haberse quedado ahí permanentemente, impidiéndole respirar. Tantas veces se vio reflejado en las miradas piadosas de los demás, que tras un abrazo suave, como si temiera romperlo, le daban ánimos y pasaban a abrazar a sus hermanas, con la misma mirada quebrantanda. Él simplemente sentía que jamás podría reponerse, que ser el mismo era imposible.
—Tu teléfono está sonando.
Charlotte le tendió el teléfono y Louis parpadeó, mirando el rostro de su hermana antes de ver el celular vibrar en las manos pálidas de la adolescente y lo tomó descuidadamente. Louis llevó una mano al rostro de Lottie y le acarició con ternura, le sonrió de la misma manera que lo hacía desde hace cuatro meses, una mezcla de tristeza y disculpa. La chica le devolvió la sonrisa y tras decirle que debería de contestar tomo el traste de las palomitas ya vacío y se encaminó a la cocina, dejándolo solo.
No contestó la llamada, pero en cuanto Lottie desapareció tras la puerta de la cocina lo dejo caer aún lado, llevándose las manos al rostro y se incorporó, apoyando los codos en las rodillas. El nudo en su garganta se volvía cada vez más fuerte y Louis abrió la boca, en busca se aire. Sintiendo las ardientes ganas de llorar, dejándolo a la deriva. Se sentía débil, vacío y culpable. Louis no se perdonaba el no haber estado alado de sus hermanas la noche que su madre murió y aunque ellas no se mostraron enojadas con él en ningún momento, ni resentidas, él no podía dejar que la culpa le carcomiera en todos momento del día.
Se torturaba recordabando esa noche, cuando tras la llamada de Harry había corrido a su encuentro, mintiendo a sus hermanas para salir de casa sin importarle que su madre gravemente enferma se quedará sola con sus pequeñas hermanas y, aunque todos le decían que no había sido su culpa, que aunque el hubiera estado ahí no hubiera podido hacer nada, a él le pesaba la culpa. Era verdad que la enfermedad de su madre estaba muy avanzada y las posibilidades de salvarse eran nulas y, aún así él no podía dejar de sentirse mal, desesperado al pensar que si él no hubiera salido al menos hubiera podido despedirse de su madre y evitarles a sus hermanas el trauma que vivieron al ver a su madre morir sin poder hacer algo, sin entender y sin nadie que les apoyará. Había oído al vecino en el velorio contar a otro vecino como la niña desesperada había tocado su puerta, como entre sollozos le había rogado que le ayudará, que su madre se estaba muriendo y como había caído desmayada tras decirle eso. ¿Y mientras dónde estaba el hermano? Follando...
—¿Louis?—Lottie le llamó despacio, mirándole con preocupación y Louis se incorporó de inmediato sonriéndo fingidamente, pero lo suficiente creible para que Charlotte deshiciera el gesto de preocupación— iré a dormir—La chica señaló las escalas y Louis asintió—Buenas Noches.
Se despidieron con un beso y Louis espero a que subiera todos los escalones para volver al sofá y tomar el celular, jugando con él y dudó si desbloquearlo. Hacía mucho que no lo ocupaba, en realidad lo había dado por perdido desde hace cuatro meses. No recordaba dónde lo había dejado y ahora tenía otro, que de igual manera no ocupaba nunca. Si lo había recuperado era por que Lottie lo encontró debajo de su cama y se lo entregó y en realidad no tenía ni la más mínima idea de como llegó el celular allí, si juraba haberlo dejado en el auto. Tampoco entendía por qué el celular tenía la pantalla estrellada, pero no le sorprendió, debió tirarlo en algún momento y aún así, sorprendemente el aparato prendió tras cargarlo y si Louis había conservado ese celular y seguía cargandolo era por que...
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Quédate Conmigo.
FanfictionFue fácil sucumbir al encanto salvaje que emanaba el cuerpo de Harry. Dejarse llevar por el momento, por el anhelo que fluía por sus venas cada vez que Harry le pedía que se quedará, como si realmente lo necesitará para vivir.