Postrado sobre el escritorio, una vez más analiso aquellos tonos malignos mostrados durante el ocaso de mis sueños.
Mi Luna me observa distante, ansiosa, ¿sera que mi angustia la provoca? o ¿acaso mi tenacidad con la pluma la acorteja minuto a minuto?.
Mi memoria se ve condenada, mis ritmos internos no surgen, los compases en mi no plasman lo deseado.
No puedo más, aquella oscura silueta se desvanecio al filo de la lúgubre noche, te exijo volver, permiteme escuchar una vez más las cadencias profundas que tu negro corazon quiere relucir.
Despierta una vez más, sonríe con maldad y permiteme besar aquellos dedos capaces de sucumbir mi cuerpo, destruir mi alma y aminorar mis fantasías.
La noche se está acabando y mi ansiedad incrementa, temo que el primer rayo de luz pueda destruir lo poco que me queda de ti, eso mismo que me mantendra cautivo en está habitación durante un largo periodo hasta que mis oídos puedan oir por última vez aquella Cadencia Lúgubre.
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