3 de octubre de 2017
Despierto por sonido de la alarma encargada de recordarme que tengo un día más para levantarme e ir a la universidad.
Solo escucharla es perturbarte, te recuerda que tienes que ir a un lugar lleno de gente que solo tiene neuronas para señalar y criticar, y llenarse la boca diciendo chismes de los demás.
¿Quien tendría ganas y energía para levantarse e ir a un lugar así?
Logró levantarme y decirle a mi mamá una vez que no tengo ningún ánimo para ir, pero no logro nada con eso, ella simplemente repite una vez más
"Tienes que ser fuerte, tu puedes, Dios te llenará de fuerza y saldrá a defenderte" como si a esta edad fuera tan fácil comprender que hay un Dios que sale a defenderte de todos los que te señalan y se burlan de ti.
Pareciera que mi personalidad fuera de esas niñas antisociales, que se corta las venas y viven echándole la culpa al mundo de todo lo que les ocurre.
Pues no, mi nombre es Amber y no soy de esa clase de persona, pero tal vez los últimos meses me han convertido en alguien frío y que no reconozco.
Y toda esta historia empieza hace un año.