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La cabeza me da vueltas, estoy tan mareada que no estoy segura de si el camarero que está en el bar de mala muerte en el que me encuentro tiene un hermano gemelo o simplemente el alcohol comenzó a surtir el efecto que quería.

Una carcajada tonta se escapa de mis labios, si él estuviese aquí ya me habría reprochado que no soy buena bebiendo, que no debería de haber hecho eso. Pido un vaso más, una oportunidad más para sentir su brazo sobre mi hombro para luego echarme contra su pecho, de esa forma, poder besar mi cabeza con ternura porque no puede enfadarse conmigo.

―Señorita, no creo que deba de beber más. ―murmura el señor con barba algo canosa tras la barra.

―Solo uno más, sé que él vendrá. ―Él parece perdido mientras que mira a la puerta cerrada esperando para que aparezca alguien, se encoge de hombros antes de alcanzar de nuevo la botella de whisky.

El alcohol arde en mi garganta y algunas gotas comienzan a recorrer mi barbilla hasta bajar por mi cuello. Me apoyo contra mis brazos formando una incómoda almohada, si mis cálculos no me fallan, Wonwoo tiene veinticinco tragos para aparecer, porque aparecería, ¿cierto?

Un trago... Dos...

Veinticinco. Estoy tan aturdida a estas alturas que ni siquiera me importa si él se digna a venir o no, he notado como el chico de la mesa del fondo me mira, quizá el si se merece que me fije en él, tal vez él podría llevarme a casa.

Una mano grande se apoya en el hueco de mi cintura, firme, intentando apegarme a su cuerpo que se siente demasiado frío contra el mío. No necesito abrir los ojos, él vino a por mí.

―Pequeña tontita, te dije que no hicieras algo como esto. ―Apoyo mi barbilla en su pecho y lo miro a la cara temiendo encontrarme con un rostro enfadado a pesar de la paz que me trajo su voz; sin embargo, sonríe de medio lado, parece decepcionado de encontrarme en ese estado, pero como pensé, no es capaz de decirme nada, de hecho, no lo hace.

Con dificultad, consigue colocar mi brazo sobre sus hombros y con un pequeño saltito, me pone de pie. Levanta su mano libre hacia el camarero para llamar su atención y deja un billete sobre la barra mojada por todo el alcohol que derramé a lo largo de la noche.

Lleva el traje negro que le vi la última vez y, quizá por la luz de aquellas farolas tan separadas unas de otras que casi no se ve la carretera, su piel se ve más pálida de lo acostumbrado. Su cabello está demasiado repeinado, no me gusta, así que paso mi mano de forma torpe por él hasta dejar mechones para cada lado. Wonwoo no se queja, simplemente ríe y sigue caminando.

―Chica, ¿estás bien? ―Escucho preguntar a una señora mayor que me mira preocupada, su ceño está fruncido y su rostro algo contraído. No le respondo porque está clara la respuesta, él vino a por mí, claro que estaba bien y, esa misma noche, me uniría a él para siempre de una vez por todas, lo sabía, si no ¿por qué volvería?

Mis pies se mantienen arrastrándose, si no fuese por su apoyo, no habría podido ni salir del bar en toda la noche. Wonwoo de vez en cuando se agacha, me mira con una sonrisa en los labios y me besa en la mejilla, asegurándose de que sigo consciente.

―Ya estamos casi. ―La brisa choca contra mi rostro, haciéndome sentir más viva de lo que he estado en mucho tiempo y todo gracias a él. Siento sus brazos tensarse, haciendo incluso más fuerza. ―Tienes que poner de tu parte, sube. ―Me suelto del agarre de sus brazos y, apoyando mis manos en la helada piedra con la poca fuerza de mis brazos, consigo subir.

Antes de llegar pensé que sentiría vértigo, miedo y acabaría huyendo; sin embargo, ahora que estoy aquí estoy más segura que nunca de cuál es mi destino. Las lágrimas se secan en mi mejilla, he llorado tanto que mis ojos están irritados y siento que no puedo continuar haciéndolo a pesar de que mi corazón está tan hundido que lloraría hasta deshidratarme.

Aunque sé que es imposible, veo a Wonwoo a mi lado, se ha abierto un poco su camisa blanca y el cuello de esta se mueve con el viento al igual que su flequillo. Por un momento, incluso creí que era verdad, ¿los fantasmas existían?

Gira su rostro para mirarme lentamente y por primera vez en mucho tiempo, veo sus dientes a través de una sonrisa.

―Vamos, salta.

Y salto, gritando su nombre por última vez, esperando tener una segunda oportunidad junto a él, una que dure para toda la vida y ningún accidente nos separe, una no tan dolorosa, la que sea, pero con él.


Deep - One shotWhere stories live. Discover now