casa nueva

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Una camioneta KIA Sportage guinda viajaba por la carretera nacional, seguida por 7 camiones cargados de muebles nuevos, ropa, aparatos electrónicos y demás pertenencias de la familia Montemayor de la Garza:

El conductor era el padre de familia, Martín Montemayor Ábrego, de 42 años, era un arquitecto reconocido en la ciudad de México.  Ahora viajaba con su familia hacia Monterrey, lugar donde nació y creció pero que al morir su madre, le heredó la antigua casona que fue pasando de generación en generación.

La copiloto era la madre de familia, Mónica de la Garza Urrieta, de 39 años, tenista profesional y que estaba indecisa de cambiar de residencia.

En la parte de atrás viajaba Raúl, un joven de 19 años que estudiaba medicina.  Era el hijo mayor de la familia y el motivo por el cual Martín y Mónica tuvieron que casarse.

Y por último, Eugenia, una jovencita de 17 años, a quien aún le faltaba por cursar un semestre de la preparatoria para después estudiar medicina, como su hermano.  Aunque ella lo que quería era ser modelo de pasarelas. 

Todos viajaban en silencio pues, a excepción de Martín, todos estaban renuentes del cambio.  La ciudad no les gustaba para vivir, aunque ya habían visitado anteriormente la casona cuando acudían a ver a su abuela.  La verdad es que esa casa, aunque le daban mantenimiento constante, no dejaba de inspirarles algo de temor.

Pero el jefe de familia era enérgico en sus decisiones y las órdenes se tuvieron que acatar al pie de la letra.

Después del cansado viaje de 12 horas por carretera, llegaron a su destino:  Monterrey, Nuevo León,  en México.

La primera en bajar de la camioneta fue Eugenia.  Un año atrás fue la muerte de su abuela y desde entonces que no se paraban por el lugar.   La casona se veía vieja y abandonada.  Estaba a orillas del cerro de las Mitras, la casa era enorme,  tenía más de 10 recámaras, tres pisos, jardín, 4 cocheras y en la parte trasera un gran terreno que se perdía con los matorrales del cerro.

Los camiones de mudanzas comenzaron a llegar también y se acomodaron de cola para empezar a descargar los muebles.

--Necesitamos que abra la puerta de la casa, señor Montemayor -comenta uno de los choferes.

Martín se acerca a la casa y abre.  Entra y se da cuenta que la casa está amueblada, por lo tanto no hay espacio para las cosas que ellos traían.

--¿Qué vamos a hacer ahora? -le pregunta su esposa tomándolo de la mano.

--Tenemos que mover esto -menciona mirando los antiguos sillones verdes- Vamos a revisar toda la casa para ver si hay lugar disponible para poner las cosas viejas.

Notaron que en el primer piso había un gran salón desocupado y decidieron llevar ahí todas las cosas ayudados por empleados de la mudanza.

Después de más de cinco horas de arduo trabajo, terminaron.

Eugenia no había entrado aún a la casa,  ella se fue directo a buscar a Virginia, una jovencita con la cual jugaba cuando eran niñas y que vivía al lado de la casa de los Montemayor. Estaba a 50 metros de distancia una casa de la otra.

--Me da mucho gusto volver a verte, Gena

--Tú eres mi única amiga aquí,  gracias Virginia.

Las dos estaban recostadas en el piso de la recámara de Virginia, una chica de 17 años también, de pelo corto hasta los hombros, color negro azabache.  Siembre usaba ropa color negro, estilo emo.  Usaba aretes en la nariz y en las cejas.  

En cambio Genna era todo lo contrario, tenía el cabello largo hasta la cintura, pelirroja por naturaleza, la cara blanca estaba cubierta por algunas pecas que le daban cierto atractivo.  Su celular era rosa, cubierto de estrellitas, en cambio el de Virginia tenía una funda negra y con una gran calavera en la parte de atrás.

Vi Nacer El MalWhere stories live. Discover now