A pesar de los años transcurridos, jamás he olvidado lo que ocurrió aquel día en el instituto.
Era mi primer día en un instituto nuevo; me había trasladado desde Finlandia porque mi madre había conseguido trabajo en un lugar mas cálido y un huso horario estable, yo estaba feliz en Kuusamo mi adorable ciudad finlandesa, porque al fin había encontrado un lugar donde mi piel caucásica y mi cabello rubio extra claro, no destacaban;lo único que podría destacar en mi cara era mis grandes y almendrados ojos verdes, algo de lo mas molesto si no quieres llamar la atención. Lo que no he llegado a decir, es que me encantaba el frío de allí, ya que con las cantidades excesivas de ropa, podía ocultar la delgadez de mi cuerpo.
Era el bicho raro de mi familia, pues todos ellos eran morenos y con cuerpos espectaculares, durante un tiempo corto creí que era adoptada por el hecho de que yo era muy poquita cosa, pero ellos siempre me decían “Eres la viva imagen de tu bisabuela Anna”, como nunca vi una foto suya, no tuve otra opción que creerles.
Ahora me había trasladado a un pueblecito al suroeste de Phoenix, donde, por extraño que parezca, todo era verde; ese pueblecito se llama Greenwitch, un lugar precioso si, pero hacia mucho calor.
Lo que me saca de quicio de todo esto es, si mi madre quería irse a un lugar cálido ¿por qué no lo buscó mas cerca,en vez de irnos a la otra punta del planeta?, después de mucho tiempo lo he llegado a entender, igual que el matricularme en un detestable colegio privado.
- Trance, cariño, vas a llegar tarde en tu primer día- gritó mi madre desde abajo.
-Mama enseguida bajo, estoy casi lista- dije mientras me ponía un uniforme escolar de lo mas molesto.
Al bajar me encontré con mi madre.
-¡Ay, cariño! ¡Pero que bien te sienta el uniforme!-
-Eso lo dirás tú, porque lo que respecta a mi parezco un payaso-refunfuñe.
-Anda, date la vuelta para que te pueda hacer una trenza-
-No hace falta, quiero ir con el pelo suelto- dije refunfuñona.
-Esta bien... a veces me olvido que tienes 17 años, es que te has quedado tan pequeñita...- dijo cariñosamente.
- Vale, vale...-
Mi madre me llevo a mi nuevo instituto en su nuevo y flamante coche, echaba de menos la vieja furgoneta de los sesenta que teníamos, era reconfortante, en cambio este ostentoso coche me parecía demasiado llamativo y nos hacia parecer algo que no éramos: RICAS!
-Mama, aun sigo diciendo que este coche es demasiado caro- objete y ella con cara de pocos amigos dijo.
-Es mi dinero y me lo gastare en lo que yo quiera, que para eso me lo gano-
Mi madre es así, se comporta como una cría, teniendo en cuenta que yo le robe su adolescencia, ya que nací a sus escasos 17 años.
Cuando llegamos al instituto yo alucine, no parecía un instituto... ¡Sino a un castillo! daba escalofríos nada mas verlo y no solo por su impresionante tamaño sino también por el ambiente señorial que se sentía. Yo, una chica humilde no encajaba para nada en este sitio. Cuando al fin me arme de valor bajé del coche y me despedí de mi madre.
Fui directamente a secretaria a preguntar donde tenia que ir y una mujer de rostro agradable me atendió.
-Hola ¿en que puedo ayudarla?-me sonrió.
-Hola, soy Trance _ _ _ _ _, y acabo de llegar al centro y no se que aula es la mía- le devolví la sonrisa.
-Dejeme mirar un momento en los archivos señorita- y se volvió al ordenador de última generación. Puf... me va a costar acostumbrarme a todo esto, estoy abrumada.
-Aquí está, Trance Nuyen, clase 604, tercera planta, enseguida le imprimo el horario- volvió a sonreirme.
- Tome, le acompaño a su clase- me tendió el horario y salió de su cubiculo.
-Gracias- me ruboricé avergonzada.
Cuando llegamos a la clase, la señora de secretaria me detuvo.
-Espere un momento, voy a informar a su tutor de su llegada- me sonrió y entró dentro del aula después de pedir permiso, y cerró tras de sí. A los pocos minutos volvió a salir.
-Ya puede entrar, señorita Nuyen, todo lo que necesite me puede encontrar en secretaría-. Oí desde fuera como el profesor decía: “Ahora voy a presentarles a una nueva alumna que acaba de sertransferida a este centro desde Finlandia, entre jovencita”
Al entrar oí los suspiros de exclamación y admiración de mis nuevos compañeros, lo cual me hizo ruborizarme mas.
-Les presento a Trance Nuyen, señorita Nuyen, yo soy su tutor, Jonh Olson- me tendió la mano sonriente.
-Encantada- le cogí la mano.
-Bien, ahora busquemos un sitio para usted, mira, queda un sitio libre al lado de Adam, instalese allí- el señor Olson señaló el sitio libre al lado de un chico con cara de ángel.
Me quede congelada cuando vi su mirada, me miraba con sorpresa, con reconocimiento, yo le mire con detenimiento, me sentí como si lo conociera y a la vez era un desconocido ¿lo habré visto en uno de mis viajes por el mundo? No lo se, pero me ponía nerviosa esa mirada inquisitiva, es más mi corazón latía con fuerza con solo mirarle. Era tan hermoso..., tenia el pelo rubio rojizo, sus ojos eran grandes y rasgados de color gris ¡no! Eran mas bien plateados con halos dorados y su piel tan clara como la mía. Me encamine a mi pupitre bajo su atenta mirada.
-Así que tu eres la nueva de la que todos hablan, yo soy Adam, encantado- metendió la mano, yo se la cogí y di un bote por la sorpresa de su tacto. Su piel era extremadamente caliente y a la vez extremadamente fría, era como fuego y hielo, pero mezclado, él sonrió al ver mi expresión, su sonrisa era perfecta.
-Igualmente- carraspee para recuperar el control de mi voz.
-Vaya cambio has dado- le miré con el ceño fruncido ¿acaso me conocía?- quiero decir, que has pasado de un sitio donde siempre hace frío, a un sitio donde siempre hace calor- solté aliviada el aire que, inconsciente, estaba conteniendo.
-Ha sido idea de mi madre, a ella no le gusta el frío, en cambio a mi me encanta, echo mucho de menos la casita de Finlandia- dije apenada.
-Te comprendo- él frunció sus labios llenos y no los volvió a despegar en el resto del día.
El día termino sin que me diera cuenta y como por la mañana mi madre me vino a buscar.
-¡Hola, cariño! ¿Qué tal tu primer día?-me dio un beso en la mejilla y yo puse los ojos en blanco.
-Bueno-le dije indiferente.
Me subí al coche, al igual que mi madre y arranco, cuando íbamos a salir del recinto, de reojo, divisé a Adam observándome.
-¿Por qué estas tan roja? ¿Es por el calor?- me miro preocupada.
-Eh... si mama, hace demasiado calor aquí- le mentí.
- Enseguida te acostumbraras, cariño-me dijo mientras subía el aire acondicionado.
Cuando llegamos a casa fui directa a mi cuarto, me quité el uniforme y me puse mi viejo y roñoso chandal, cogí el ordenador y le mande un correo a Emily contándole todo lo ocurrido hoy; luego lo apagué y me fui a cenar; volví a mi cuarto excusándome por estar agotada, cosa que era cierta, había sido un día muy largo, me eché en la cama y sin darme cuenta, me quedé dormida.
Esa noche soñé que corría por el bosque que había al lado de mi casa ¿de verdad era yo? Porque el cuerpo que veía correr no era el mío, ese tenía curvas gráciles, en cambio el mío era todo hueso; iba seguida por un chico, pero no le distinguía bien, me detuve y al fin le vi, era Adam, o eso creía, si en la vida real era un ángel, en el sueño parecía un dios griego, su pelo era extremadamente rojo sangre y sus ojos de una plata muy intensa, él también se detuvo, mirándome.
“-Bienvenida a casa princesa-“ y de repente me besó.