Me encontré con tu mirada, y no lo niego, me pareció ver destellos en ella; enloquecí, me perdí en esas pupilas verdes sin querer buscar la salida; era como un laberinto en el cual me sentía a gusto.
Después algo extraordinario pasó; conocí esos bellos, rosados y delgados labios, su textura y su sabor fueron los culpables de mi frenesí.
Y no lo entendía, no sabía lo que me ocurría. Pensé: "Esto no puede ser verdad". Sentía mucha confusión, pero luego me percaté en sus brazos, en sus manos, en la forma que me tocaban, en cómo me abrazaba y de repente toda esa confusión se desvaneció.
Me sentía como una niña entre sus brazos, segura de que nada me iba a pasar, sin saber lo que vendría después, porque en realidad de la única persona que me tenía que proteger era de él.
Su mirada de repente cambió; ya no veía en sus ojos la pureza, el amor; sus labios ya no tenían forma o al menos para mí, y qué decir de sus brazos y sus manos, que me tocaban sin alguna emoción; sus abrazos pasaron de ser cálidos a ser fríos.
No entendía su cambio; sus ojos ya no me miraban, sus labios ya no querían seguir causando ese frenesí en mí; entonces comprendí que no se trataba de un amor puro. Me dolió como si me dieran un puñetazo en la espalda, lloré como si no existiera un mañana, sin darme cuenta de que realmente me estaba liberando de un amor efímero.