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La nave se encontraba sumida en su totalidad entre el fuego y los gases tóxicos, desprendidos por la cantidad de elementos químicos que llevaban consigo, además de las armas que comenzaban a arder, tras ceder ante las llamas que destruían todo a su paso, incluyendo la flora que rodeaba el lugar del impacto.

Mike, seguido por el ereos, llegó ante la máquina con una expresión de terror puro en el rostro. Al ingresar en ella, observó el funesto panorama: solo un par de rifles seguían intactos. Al girar a la izquierda contempló la pantalla iluminada aún por el mensaje; a pesar de que se hallaba quebrada en el centro, las aparentes letras se podían leer con la claridad que se le permitía al ojo humano.

Y más allá de eso, bajo un montón de pesadas lonas, la sangrienta mano del capitán.

—¡Thomas! —el grito de Mike arrasó con el silencio del lugar al momento de correr hacia él y tirar de su brazo para rescatarle de las llamas. Por fortuna, quedó atrapado en medio de unos líquidos no flamables que le salvaron la vida por más tiempo—. ¡Thomas, soy yo! ¡Mike!

Los dedos se estremecieron, y por debajo de todas las telas, se esuchó el sordo aullido de auxilio del capitán.

—Aquí estoy —susurró ahogado por el humo y demás gases. De no haber sido encontrado, estaría muerto.

—Capitán, mi capitán... oh, lo siento, lo siento mucho —se lamentó. No sabía por qué, pero lo hacía—. Ya te sacaremos de acá.

Se dirigió a la figura escamosa que le acompañaba y con un gesto duro lo mandó a llamar. Le horrorizaba que los dejaran morir, y si la destrucción de esos alielígenas significaba la supervivencia de su respetado capitán, no le importaría. Después de todo, las armas eran símbolo de hostilidad.

»¡¿Qué esperas?! —el hijo de Ereos acudió pronto en su ayuda, una vez entendió la situación a su manera—. Tira de él, maldita bestia. ¡Se va a morir!

—¿Cómo ayudar?

Mike aspiró por la boca.

—Sujétalo de las manos, mientras levanto esta cosa —dijo al referirse a la lona.

El ereos asintió y se puso a cuatro patas, dispuesto a acercar su enorme garra a la carne de Thomas. Este apenas pudo abrir la boca al divisar la silueta ante él, y cualquier intento por gritar una blasfema fue opacada por la sorpresa de la situación.

»¡Ya! —ambos hicieron su parte, y después de cinco minutos de intentos, el cuerpo adolorido de Thomas salió de su encierro. Gateó con pavor para salir de la máquina, con Mike y el extraterreste tras de él. Este último lucía confundido, hasta que le vio erguirse también.

—Mike, ¿reporte?

—Hemos encontrado vida en TRAPPIST Uno-e, capitán. Una especia de evolución reptiliana que se hacen llamar... ereos. Su líder padece de ceguera y dificultad para moverse con normalidad por lo que puede ser...

Terrestre  | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora