Saliendo de la escuela en un día dónde la tempestad apestaba la ciudad Zayn, un pequeño omega lleno de furia porque su día estaba yendo de la mierda, se mojó; y no fue sólo por la lluvia.
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Comenzaba a odiar las clases extra que había decidido tomar, eran agotadoras y mucho más en éstos días de invierno. No vivía en el hemisferio norte, por lo tanto no había nieve, pero de igual manera el frío era infernal y más ahora que él no estaba usando un abrigo adecuado para el clima.
Su omega gemía por el frío, pidiendo a quejidos un alfa que lo ayudara, pero Zayn, siendo más conciente, sabía muy bien que un compañero digno no encontraría fácilmente y menos sí seguía mostrándose tan desesperado.
Se estaba cansando, llevaba hora y media plantado en esa acera esperando. Sospechaba que sí el conductor no se apresuraba le saldrían raíces.
Miró de nuevo la hora en su relog de mano desesperado ¿Cómo es que el autobús no ha pasado? Malditos conductores incompetentes que ni llegar a tiempo pueden.
El frío comenzaba a ponerse más y más insoportable, su aliento caliente ya se veía cómo humo y sus manos temblaban.
Estaba demasiado ocupado mirando hacía la carretera que no se enteró cuándo las primeras gotas de lluvia cayeron, cómo pequeñas profecías que avisaban que una gran tempestad se aproximaba.
Él rodó los ojos, pensando que nada más podría salir mal. Miró el firmamento y a algunas gotas que caían a su alrededor, suspiró de cansancio y como no llevaba paraguas decidió que lo mejor era sentarse bajo el árbol detrás suyo, obviamente ésto no impediría que se mojase, pero al menos no estaría plantado en la acera buscando que un conductor estúpido lo mojara con el agua que reside en la autopista.
El sonido de la lluvia cayendo contra el asfalto era una sinfonía preciosa para cualquier oído, el olor a lluvia y a tierra mojada te dejaba limpio, casi desintoxicado de cualquier otra pestilencia desagradable que la ciudad alberga, es simplemente sublime, pero Zayn no veía la belleza a su alrededor, él sólo se concentraba en quejarse por el frío y el hecho de que el autobús que esperaba tenía 90 minutos de retraso.
Sabía muy bien que su actitud no haría que el clima cambiase, ni mucho menos atraer un autobús por hipnosis, pero aún así seguía refunfuñando cómo tal niña a la que le niegan comprar un juguete que ve en un almacén.
Ya casi completamente empapado, lo único que cree salvar es su teléfono, este está en el fondo de su maleta, tal vez no se moje y así no tendrá qué comprar uno nuevo.
Pensó en cómo fue su día, recuerda que la alarma sonó cuando él estaba en el baño, ese día despertó más temprano, tenía el presentimiento de que algo sucedería, algo importante, pero hasta ahora solo ha tenido las clases agotadoras, que él mismo se obligaba a tomar para así poder obtener una beca en una importante universidad de la capital y tener que esperar bajo la lluvia el maldito transporte público.
Estaba muy embelesado pensando porque valía la pena recibir clases extras que no notó que el autobús pasó, bueno, sí lo notó, sólo no reaccionó inmediatamente, para el momento en que volvió a la realidad, el autobús ya estaba demasiado lejos así que correr no era una opción.
